Echo de menos aquellos maravillosos años en los que se hacía Política con mayúsculas, en los que la escena política era una batalla de ideas en la que todo el mundo estaba implicado. Sobre todo, extraño aquellos maravillosos años en que había referentes claros que ponían voz a los que no la tenían en los más altos foros de la política mundial, con el arrojo y el valor que cada día comprobamos cómo se encuentra casi totalmente extinguido. Hoy, aquellos voceros de los sin voz, de los nadies que diría Galeano, sin duda existen, pero se ven apartados por el flujo arrollador de los media mass que sepulta al pensamiento crítico, controla el decorado, el guión y los personajes de la farsa en que ha degenerado la política mundial.
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