En estos días en que documentos vergonzantes ven la luz gritándonos la verdad sobre dónde y cómo vivimos. En estos días en que nuestros gobiernos declaran estados de alarma que tratan de ocultar injusticias a base de manipulaciones y artificios. En estos días en que el mapa de realidad en el que muchos creían vivir parece un teatro desgastado cuyo escenario se resquebraja a golpe de "cable", mientras algunos intentan acallar los alaridos de la realidad punzante antes de que sea demasiado tarde. Muchos querrían seguir viviendo en ese simulacro macabro de lo real, asistiendo al teatro de lo cotidiano para divertirse y no ver lo que no quieren ver. Otros tantos, Departamento de Estado de EEUU a la cabeza, querrían que así fuese, que todo siguiera como si nada hubiera pasado, aquí paz y después Gloria. Es en días como estos en los que Comedia Sin Tïtulo, de Federico García Lorca, de la cual copio aquí un fragmento de su monólogo inicial, cobra su verdadera importancia. Porque ver la verdad es difícil, pero enseñarla mucho más, es predicar en el desierto. Que se lo digan a Wikileaks.
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No voy a levantar el telón para llegar al público con un juego de palabras, ni con un panorama en el que se ve una casa donde nada ocurre y adonde dirige el teatro sus luces para entretener y hacernos creer que la vida es eso...
¡No! El autor, con sus cinco sentidos en perfecto estado de salud, va a tener no el gusto, si no el sentimiento de mostrarnos un pequeño rincón de realidad; con toda modestia, debo advertir que nada es inventado: ángeles, sombras, voces, liras de nieve, sueños… existen; y vuelan entre nosotros tan reales como la lujuria, las monedas que lleváis en el bolsillo o el cáncer latente en el hermoso seno de la mujer, o el labio cansado del comerciante.
Venís al teatro con el afán único de divertiros y tenéis autores a los que pagáis y es muy justo. Pero hoy el poeta os hace una encerrona, porque quiere y aspira a conmover vuestros corazones, mostrando las cosas que no queréis ver, gritando las simplísimas verdades que no queréis oír.
¡No! El autor, con sus cinco sentidos en perfecto estado de salud, va a tener no el gusto, si no el sentimiento de mostrarnos un pequeño rincón de realidad; con toda modestia, debo advertir que nada es inventado: ángeles, sombras, voces, liras de nieve, sueños… existen; y vuelan entre nosotros tan reales como la lujuria, las monedas que lleváis en el bolsillo o el cáncer latente en el hermoso seno de la mujer, o el labio cansado del comerciante.
Venís al teatro con el afán único de divertiros y tenéis autores a los que pagáis y es muy justo. Pero hoy el poeta os hace una encerrona, porque quiere y aspira a conmover vuestros corazones, mostrando las cosas que no queréis ver, gritando las simplísimas verdades que no queréis oír.
¿Por qué si creéis en Dios, tenéis miedo a la muerte? y si creéis en la muerte, ¿por qué esa crueldad?, ¿por qué ese desapego al terrible dolor de vuestros semejantes?
Ya sé... ya sé... diréis que esto es un sermón, y bien ¿es que es feo un sermón?; casi todos los que me oyen han dado un portazo y han salido de casa dejando a su padre o a su madre en un momento en el que por su bien le reñían y ahora mismo darían todo lo que tienen, hasta los ojos, por volver a oír las dulces voces desaparecidas... ¡lo mismo ahora!
...y es que, señores, ver la realidad es difícil, y enseñarla mucho más,
es predicar en el desierto...
…pero no importa, pero no importa, pero no importa…
1 comentario:
No tengo palabras, me las habeis "robado" todas tú y el granadino.
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