Estamos a escasos días de que se cumplan 20 años desde que el siguiente discurso fuera pronunciado. Y sin embargo, pareciere que nada ha cambiado desde entonces. Las mismas razones que lo motivaron entonces, siguen moviendo la rabiosa actualidad política, económica y social sin que nada parezca distinto. Entonces, la crisis también azotaba a los trabajadores y enriquecía a los especuladores y rentistas. Entonces, ya había razones para reflexionar acerca de la eficacia de nuestro sistema social. Entonces como ahora, y como escribió Lenin hace más de un siglo, surgía la pregunta para la que, paradójicamente, en 1902 teníamos una respuesta más clara: ¿Qué hacer?
Sobre la sociedad española, señorías, está cayendo constantemente, como una lluvia densa y penetrante, desde los instrumentos generadores de cultura y desde las argumentaciones justificadoras de la política económica del Gobierno, toda una serie de contravalores que van horadando la capacidad de cohesión, de ilusión, de corresponsabilidad y de confianza de la sociedad en ella misma y en los poderes públicos [...] Frente a los contenidos, valores e, incluso, códigos morales de una acción de política económica planificada democráticamente en base a la creación de riqueza, la laboriosidad e industriosidad, se elevan por vía de la apología y por vía del ejemplo, el mundo del negocio fácil, la inversión rentable a corto plazo y los beneficios obtenidos por la especulación.
Discurso pronunciado por Julio Anguita.
{Diario de sesiones, 24/03/1992. Disponible en www.congreso.es}.
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