Ignacio Escolar
¿Con qué credibilidad exigen Merkel y Sarkozy un nuevo pacto de estabilidad que ponga veto al déficit cuando fueron precisamente Alemania y Francia quienes dinamitaron el acuerdo anterior? El primer pacto murió el 4 de septiembre de 2003, en otro encuentro franco alemán. “Algunos erróneamente ven que el espíritu del pacto es asegurar sólo la estabilidad, pero es también un pacto para el crecimiento”, decía entonces el canciller alemán, Gerhard Schröder, arropado por el presidente francés, Jacques Chirac. Alemania y Francia coincidían en dos cosas: ambas habían incumplido los compromisos de Maastricht, con déficits superiores al 3%; ambas rechazaban como “dogmático” el empeño de apretarse el cinturón. “En este contexto, el énfasis sobre el crecimiento debería ser mayor”, explicaba Chirac. Sería un error pensar que ahora las tornas han cambiado. Siguen exactamente igual: tanto en 2003 como en 2011, los tratados de la UE y su interpretación dependen exclusivamente del interés franco alemán.
¿Con qué autoridad pide Merkozy “respeto” al BCE cuando son precisamente Alemania y Francia quienes pisotean cada día al resto de las instituciones europeas, del Europarlamento a la Comisión? Merkel asegura que los estatutos no permiten al BCE comprar deuda soberana. Es discutible que sea así, y tampoco hay ninguna línea en los estatutos del BCE que permitan a su presidente actuar como si fuese el ministro de Economía de la UE (o el embajador alemán), con poder como para exigir por carta reformas constitucionales urgentes a los países miembros.
Cuando Nicolas Sarkozy habla de refundar Europa, ¿lo hace con la misma voluntad, con la misma credibilidad y con la misma intención con la que hace apenas dos años nos prometió la refundación del capitalismo?
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