sábado, 23 de diciembre de 2006

Miradas Cautivas

Unos ojos cautivos irrumpen en el caminar del mundo. Los ojos de unos observadores natos, de unos cazadores de miradas perdidas, de mundos interiores, de ideas perseguidas, oraciones y leyendas.

Nada escapa a su mirada, nadie está salvo por mucho que se esconda, y sin embargo son tan frágiles como una pompa de jabón. Un copo de nieve que se atreve a desafiar a una llama incandescente.

Incandescente como la llama de un amor recién nacido, con el sentimiento de inmortalidad y a la vez fugacidad de pensar que ningún tiempo pasado fue mejor y ningún futuro es esperanzador.

Que nada existe si no es por nos y nos no existimos si no es por nada. Cuando un observador se siente y se sabe observado no hace sino volverse más agudo en su indagación.

Como el cazador que se ve amenazado y abre fuego a discreción, sin matar y sin dejarse matar, en una carnal lucha de dos cuerpos que se miran a los ojos y se ven iguales, se saben iguales, se atraen y no se pueden rechazar.

Mañana el presente habrá muerto y el amanecer sacudirá con su luz los cimientos de la casa encantada donde habitan mitos y fantasmas, donde por vez primera fueron libres esos ojos y esa manera de mirar.

No hay comentarios: