jueves, 30 de octubre de 2008

Azaña, como tantos, mejor tratado en Francia que en España


El dia 27 de octubre de 2008 salía publicado este artículo en el diario EL PAÍS, en el que podemos leer cómo las autoridades francesas, una vez más, han dignado dar un alojamiento digno a una personalidad de la Segunda República Española. Y ello no obedece a ninguna petición expresa del Gobierno de España, sino que ha sido la respuesta del gobierno francés a las demandas de los numerosos visitantes de su tumba, que encontraban serias dificultades para identificarla.

Parece mentira que Francia nos de, una vez más, lecciones de cómo tratar a los personajes históricos, incluso cuando no son nacionales suyos. Mientras, aquí no se plantea homenaje alguno, y se sigue viendo el tema de la República como algo tabú de lo que no se puede exigir responsabilidades, ni siquiera hablar en público sin que te tilden de rencoroso. Francia nos hace al mismo tiempo enorgullecernos con su decorosa política de buen vecino, y por otro lado avergonzarnos del sostenido, pretendido y pactado silencio del grueso de la política española, en especial del PSOE.

Y como es bien sabido, y por muchos callado, no es sólo Azaña quien sigue simbolizando ese exilio de la España legítima republicana. Como él, Antonio Machado se halla enterrado también en Francia, lejos, como tantos otros conocidos y desconocidos, de la patria por la que tanto dieron, y que ahora les ignora y olvida mirando para otro lado.

Y luego nos quejamos de la actual falta de ideales y de referentes. Para explicarnosla, tan sólo hemos de mirar los diferentes casos de personalidades que lo han dado todo por forjar un marco cultural español que hoy se ven envueltos en una situación indeseada: toda la polémica surgida a raíz del proceso iniciado para encontrar el cuerpo de Federico García Lorca, que ha degenerado en una lucha de intereses barriobajera en el seno de su propia familia, Rafael Alberti sumido en el más doloroso de los olvidos... y así una larga lista.






Último discurso de Manuel Azaña

Un pueblo que olvida su pasado está condenado a sufrir su presente. Así de sencillo. Pero ahora dejemos de pensar, corre! que empieza el Gran Hermano!

martes, 28 de octubre de 2008

Y tras la comparecencia en la Audiencia...


He de aclarar que mi interés por la situación que se ha creado en torno a este sujeto, el señor Barroso, Alcalde de Puerto Real, no viene creado por su figura como político -no conozco su labor como alcalde, ni parece a primera vista ser uno de los grandes de la política de nuestro país ni especialmente dotado de capacidad retórica-, sino por la situación de la que se ha erigido símbolo. Hay que reconocerle a este señor su valentía y el significativo hecho de que ha sido capaz por primera vez en mucho tiempo, de abrir el debate sobre la monarquía en los medios de comunicación. Y ojo, no le han dedicado largos minutos en cualquiera, sino en la mismísima TVE. Merece la pena, pues, echar un vistazo a este caso, por ser pionero no en lo que dice Barroso, sino en la audiencia que se le presta en los medios de comunicación, dejandole espacio para exponer sus tesis. Esperemos que siga largo tiempo dando caña.

domingo, 12 de octubre de 2008

Volviendo a la vaca fría



Aprendemos de las lecciones de la vida que de poco nos puede servir una democracia política, por más equilibrada que parezca presentarse en sus estructuras internas y en su funcionamiento institucional, si no está constituida de raíz por una efectiva y concreta democracia económica y por una no menos concreta y efectiva democracia cultural. Decirlo en los días de hoy parecerá un exhausto lugar común de ciertas inquietudes ideológicas del pasado, pero sería cerrar los ojos a la simple verdad histórica no reconocer que esa trinidad democrática – política, económica, cultural -, cada una complementaria y potenciadora de las otras, representó, en el tiempo de su esplendor como idea de futuro, una de las más apasionantes banderas cívicas que alguna vez, en la historia reciente, fueron capaces de despertar consciencias, movilizar voluntades, conmover corazones. Hoy, despreciadas y tiradas a la basura de las fórmulas que el uso cansó y desnaturalizó, la idea de democracia económica dio lugar a un mercado obscenamente triunfante, que al final se dio de bruces con una gravísima crisis en su vertiente financiera, mientras que la idea de democracia cultural fue substituida por una alienante masificación industrial de las culturas. No progresamos, retrocedemos. Y cada vez se irá haciendo más absurdo hablar de democracia si nos empeñamos en el equívoco de identificarla únicamente con las expresiones cuantitativas y mecánicas que se llaman partidos, parlamentos y gobiernos, sin atender a su contenido real y a la utilización distorsionada y abusiva que en la mayoría de los casos se hace del voto que los justifica y los sitúa en el lugar que ocupan.
No se concluya de lo que acabo de decir que estoy contra la existencia de partidos: yo mismo soy miembro de uno. No se piense que aborrezco parlamentos y diputados: los querría, a unos y otros, mejores en todo, más activos y responsables. Y tampoco se crea que soy el providencial creador de una receta mágica que permitiría a los pueblos, de ahora en adelante, vivir sin tener que suportar malos gobiernos y perder tiempo con elecciones que pocas veces resuelven los problemas: me niego a admitir que solo sea posible gobernar y desear ser gobernado de acuerdo con los modelos supuestamente democráticos en uso, a mi ver, pervertidos e incoherentes, que no siempre con buena fe cierta especie de políticos intentan convertir en universales, con promesas falsas de desarrollo social que apenas consiguen disimular las egoístas e implacables ambiciones que las mueven. Alimentamos los errores en nuestra propia casa, pero nos comportamos como si fuésemos los inventores de una panacea universal capaz de curar todos los males del cuerpo y del espíritu de los seis mil millones de habitantes del planeta. Diez gotas de nuestra democracia tres veces al día y seréis felices para siempre jamás. En verdad, el único verdadero pecado mortal es la hipocresía.

sábado, 11 de octubre de 2008

El mar


El mar es una ventana.

Y cuando mire por ella veré esta cala,

te veré a ti, os veré a todos,

y podré estar con vosotros, y siempre podré veros…

cuando mire lejos…