jueves, 25 de marzo de 2010

Abraza la vida.

Este es un anuncio que pretende potenciar el uso del cinturón de seguridad. Desde luego, contrasta con los que vemos a menudo en España, dado que, a diferencia de lo que ocurre aquí, en el anuncio no se observa una sola imagen desagradable. Que tomen nota los de la DGT.

Otra cosa que debo añadir es que el vídeo procede de un lugar en el que residí el año pasado (Condado de Sussex, Reino Unido) y del que no guardo un recuerdo especialmente bueno. Es de justicia reconocer el origen (al menos, del impulso institucional) de este, a mi juicio, buen spot. De seguro, más eficaz que muchos de los que en España vemos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Entrevista a Julio Anguita a comienzos de los 90 (podría ser hoy)

Sin duda las píldoras argumentativas que emanan de la boca de Julio Anguita en este debate enjundian todavía hoy una fuerza que bien puede y debe envidiar cualquier orador del panorama político actual. El programa, emitido hace unos 20 años, expone un debate que podría ser emitido un día de estos con total confianza, pues no sólo muestra problemas no resueltos durante este periodo de tiempo, sino que nos permite repensar algunos que parecen solventados y, sin embargo, no parecen haber sido satisfechos de la mejor manera posible.





martes, 23 de marzo de 2010

Antes de que se vayan todos.

Juan Carlos Monedero

Contaba Jesús Ibáñez la historia de un monje zen que quiso dar la última lección a su discípulo. Después de años aprendiendo a diferenciar entre la verdad y la mentira, el aprendiz llegó a la sala de meditación y vio cómo el maestro ponía una vara sobre su cabeza. El anciano habló: “Si me dices que esta vara es falsa, te daré con ella en la cabeza. Si me dices que es verdadera, te daré con ella en la cabeza. Si guardas silencio, te daré con ella en la cabeza”. El miedo se abatió sobre el joven monje. No tenía mucho más remedio que asumir el golpe. La cercanía del castigo, la certeza de que la sentencia dependía de su respuesta y la propia sorpresa lo postraron a los pies del maestro en una actitud de total sumisión.

Una estaca pende sobre la cabeza de los que vivimos en este país interrogado que llamamos España. Nuestra sala de meditación muestra, por un lado, melancolía, miedo, resignación y frustración. Son los que esperan el golpe. Por otro, rabia, odio, oportunismo y seguridad. Son los que creen en las bondades del castigo. El bastón está firme en las manos de los respectivos maestros. Lo son precisamente por tenerlo en sus manos. Arrodillados, esperamos el castigo.
En el mismo momento en que se discute que los trabajadores tienen que alargar su vida laboral, cuando cobrar una pensión será más dificultoso o habrá que pagar más por los servicios, conocemos que un banco ganó casi 9.000 millones de euros. Los mismos que remuneran los depósitos con intereses que apenas cubren la inflación, que han sido inflexibles con los que no han podido cubrir las hipotecas, los mismos que han justificado con la crisis la necesidad de aumentar los costos de la intermediación bancaria o despidos de trabajadores, los que han negado créditos a pequeños empresarios que se la jugaban todo en ese préstamo, resulta que han vuelto a repetir resultados espectaculares. Menos mal, nos dicen. De lo contrario, sería aún peor.
Al tiempo que observamos cómo la cifra de parados supera los cuatro millones de almas, cuando un millón ya no recibe ningún tipo de ayuda, vemos acuerdos secretos entre partidos para repartirse el botín de la gerencia de una gran caja de ahorros, enredos apenas clarificados gracias a un oportuno micrófono abierto que ayuda a diferenciar entre hijoputas del mismo grupo de presión y adversarios ideológicos de lo que, al fin y al cabo, parece ser también el mismo grupo de presión, eso sí, presentados en diferentes envoltorios que garanticen que, en cualquier caso, el resultado no tendrá sorpresas.

Los trabajadores ven endurecer sus condiciones laborales, y el presidente de la patronal, todo un dechado de virtudes, insiste sin que le tiemble la voz en que la solución no pasa por que los empresarios paguen impuestos, cumplan sus compromisos o contraten y facturen legalmente, sino por acercar las condiciones laborales a las de hace un par de siglos.

Un presidente regional dice que hay que mover el Gobierno de Zapatero, eso sí, después del semestre europeo –cuyo éxito medimos por la cercanía del beso de Obama a la comisura de los labios de la vieja Europa– y la intelectualidad guerrista propone una grosse koalition entre el PSOE y el PP como particular estrategia para que parezca que todo cambia sin mudar de sitio.

España, dicen los eternos sabios –los mismos que han hundido la economía mundial pero tienen la virtud de gozar de frágil memoria– está en riesgo. La vara pende sobre nuestras cabezas. Cualquier persona responsable sabe que no se puede hacer nada. ¡Son los datos, estúpido! Negar la complejidad de los problemas es una frivolidad. Los partidos políticos nos recuerdan la necesidad de ser responsables: esto es lo que hay. La lógica del sistema no permite cambios sencillos.

La Constitución de 1978 reforzó a los partidos en un país que salía de un régimen donde ser demócrata era delito. Los partidos políticos suelen ser heroicos en la clandestinidad y, con frecuencia, vulgares en la legalidad. La gobernanza, esa nueva palabra que quiere lavarle la cara a la malhadada gobernabilidad, asume el descrédito de los partidos y la dejación del Estado social e invita a la sociedad civil a gestionar lo público. Pero ningún individuo, ninguna ONG o movimiento social tiene los recursos y habilidades de lobbies y grandes empresas. Se acerca el golpe de la inevitable vara.

¿Todo es muy complicado? De acuerdo. Busquemos entonces cambios complicados. Complicados de verdad. Compliquemos esta lógica política que nos ata de pies y de manos. El “que se vayan todos” puede formar pronto parte de nuestro paisaje político. Un verdadero problema. Y hay muchas razones para perder el respeto a nuestros partidos políticos. El conservadurismo hispano, fiel a sus intereses, a sus odios bien construidos, al regalo, único en Europa, de haberles permitido ser demócratas sin haber sido antifascistas, se mueve con soltura en la sala donde la amenaza del castigo sobrevuela nuestras cabezas. Improvisaciones, mentiras, ocultamientos de otros sectores les ayudan. Va siendo hora de levantar todas las caretas.

En el salón de la meditación, el aprendiz titubea. Ante tamaña disyuntiva, la única solución pasa por quitarle la vara al maestro y dictar nuevas reglas. Sin nuevas normas, sólo resta esperar el golpe. “Cuando algo es necesario e imposible –decía Ibáñez–, hay que inventar otra dimensión”.

En democracia, los partidos políticos son necesarios. Pero cada vez es más evidente que no necesitamos diferentes combinaciones de los mismos partidos, sino, precisamente, otros partidos políticos. A poder ser, un poco antes de que se vayan todos.

Juan Carlos Monedero es profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid

martes, 16 de marzo de 2010

sábado, 13 de marzo de 2010

[A la muerte de Delibes] Después de "El Hereje"

Aunque viví hasta el 2000..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada.

El balance de la intervención quirúrgica fue desfavorable. Perdí todo: perdí hematíes, memoria, dioptrías, capacidad de concentración... En el quirófano entró un hombre inteligente y salió un lerdo. Imposible volver a escribir. Lo noté enseguida. No era capaz de ordenar mi cerebro. La memoria fallaba y me faltaba capacidad para concentrarme. ¿Cómo abordar una novela y mantener vivos en mi imaginación, durante dos o tres años, personajes con su vida propia y sus propias características? ¿Cómo profundizar en las ideas exigidas por un encargo de mediana entidad? Estaba acabado. El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza. Me faltaban facultades físicas e intelectuales. Y los que no me creyeron y vaticinaron que escribiría más novelas después de El hereje, se equivocaron de medio a medio. Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad.

No me quejaba. Otros tuvieron menos tiempo. Al fin y al cabo, setenta y ocho años son bastantes para realizar una obra. Le di gracias a Dios, que me permitió terminar El hereje, y me dediqué a la vida contemplativa. Las cosas que intenté no eran serias. Con mi hijo Miguel hicimos un libro sobre el cambio climático, en el que no intervine más que para hacer preguntas propias de un ciudadano preocupado, pero no aporté una sola idea. En Muerte y resurrección de la novela di a la estampa algo que tenía hecho para dar la sensación de que trabajaba, de que aún disponía de una vida activa.

Los optimistas que sobreviven a un cáncer suelen decir que lo vencieron. Yo no me atrevo a tanto. Los cirujanos impidieron que el cáncer me matara, pero no pudieron evitar que me afectara gravemente. No me mató pero me inutilizó para trabajar el resto de mi vida. ¿Quién fue el vencedor?

Y bien: cuando mi obra, dicho lo dicho, está concluida, y por tal la doy, veo con satisfacción que los prestigiosos editores de Círculo de Lectores y Ediciones Destino se ocupan ahora de recopilarla y reunirla en los siete volúmenes que van a configurar esta serie. Cada volumen, además, irá prologado por un destacado estudioso de mi obra. ¿Qué hacer sino sentirme halagado y agradecido? Si mi primera novela apareció en 1948 -hace ahora sesenta años- y la última en 1998, ha sido media centuria, la segunda del siglo XX, la que me he ocupado escribiendo y publicando libros. Y siempre con el beneplácito de mis lectores. También a ellos, y a cuantos ahora se asomen a las páginas de estas Obras completas, quiero agradecer sinceramente su benevolencia y fidelidad.

*Texto extraído del primer volumen de sus Obras CompletasGalaxia Gutemberg / Círculo de Lectores

jueves, 11 de marzo de 2010

A modo de cierre.


Raros son esos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere y decir lo que se piensa” (Tácito)

La enorme relevancia pública que han adquirido unas breves palabras pronunciadas por mí el pasado 2 de marzo, en el marco de una actividad cultural ajena a la cuestión que allí me fue planteada, su desmesurada propagación, su equivocado tratamiento por ciertos medios y el ulterior desarrollo de los acontecimientos, convierten en necesaria una explicación más templada, más serena, sobre el significado de tales declaraciones y, sobre todo, de la intención con que fueron vertidas.

Vaya por delante, primero que otra cosa, mi profundo disgusto, mi enorme pesar porque las valoraciones que realicé acerca de don Orlando Zapata, fallecido en una prisión cubana como consecuencia de una huelga de hambre emprendida contra el Gobierno de Cuba, puedan haber sido interpretadas a modo de ataque personal hacia la memoria del Sr.Zapata, hacia sus opiniones o hacia su reputación. No fue ésa mi intención. Si, pese a ello, así se hubiere recibido y asumido, lo lamento y pido, nuevamente, disculpas a su familia y allegados.

Quienes me conocen saben de mi trayectoria personal comprometida con la defensa e implantación de los derechos humanos en todo el mundo. Desde tales posiciones y convicciones, pienso sinceramente que en nuestra sociedad occidental existe una lamentable incomprensión acerca de la realidad latinoamericana en general y de la cubana, en particular, que conduce a utilizar -en particular con Cuba- un doble rasero a la hora de examinar y valorar sus hazañas y sus miserias.

A Cuba le imparten clases de derechos humanos los mismos que planean y ejecutan “guerras preventivas”; le exigen respeto a las garantías penales y procesales quienes miran a otro lado cuando se menciona Abu Grahib o Bagram, quienes crean y mantienen Guantánamo o le dan carta de naturaleza, consintiendo que vuelos secretos con personas secuestradas hagan escala en su territorio o acogiendo en su sistema penitenciario a sus “presos”.

A esa isla, con una trayectoria antigua y ejemplar en su defensa contra los distintos intentos de potencias extranjeras de expoliar sus recursos y su dignidad, condenada a sobrevivir en soledad, se le recrimina su pobreza, mientras se mantiene un bloqueo económico asfixiante.

Un bloqueo que no es sino una forma de intervención en sus asuntos internos porque genera -y bien lo saben quienes lo propician- dolor y descontento en los ciudadanos, y potencia la burocratización y el anquilosamiento en sus estructuras de poder. De Cuba se pretende, en fin, que acepte las reglas de la democracia formal en un contexto geopolítico que inexorablemente las transforma en retórica hueca, en coartada para las injusticias y la corrupción.

Informes de denuncia

En estos días se me viene reprochando -en términos hasta injuriosos- haber denunciado la escasa calidad democrática de muchas de nuestras instituciones y prácticas públicas. También en esta materia mis razones, por desgracia, no son sólo mías.

Si atendiéramos con más interés los recientes informes de Amnistía Internacional sobre el estado de los derechos humanos en España, como el hecho público en noviembre de 2009 ["Sal en la herida: la impunidad efectiva de agentes de policía en casos de tortura y otros malos tratos"], sabríamos que las denuncias contra agentes de las fuerzas policiales nacionales, autonómicas y locales de toda España encargadas de hacer cumplir la ley están contrastadas y documentadas.

Además, la honda preocupación de Amnistía Internacional es también sentida y compartida por organismos tan poco sospechosos de manipulación o sectarismo como el Comité contra la Tortura, el Relator contra la Tortura de las Naciones Unidas o el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura: en tal sentido resultan bien elocuentes los informes de las Naciones Unidas sobre la tortura en España suscritos por los comisionados especiales de la organización, Theo van Boven y Martín Scheinin.

¿Y qué decir de la situación de los Centros de Internamiento de Extranjeros en España? Como mínimo, que no resultan menos preocupantes en términos de vulneración de derechos fundamentales, y que su documentación es igualmente amplia.

Sólo a título de ejemplo cabe mencionar el informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que elaboró el pasado año en colaboración con el Servicio Jesuita de Ayuda al Refugiado. Este informe es el resultado de una investigación realizada en tres de los ocho Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) que existen en España.

En este documento se denuncia que esas instalaciones (donde se retiene a los inmigrantes que van a ser expulsados del territorio nacional por lo que son, no por lo que han hecho) constituyen “un agujero negro de los derechos humanos”.

En términos semejantes se expresa el informe hecho público también en los últimos meses del pasado año, realizado por SOS Racismo, Médicos del Mundo y Ferrocarril Clandestino: la falta de transparencia, el sistema impune de maltrato a los allí retenidos y el avasallamiento, en fin, de los más elementales derechos humanos, son sus más destacadas conclusiones.

O qué decir del desconocimiento de las condiciones de vida y garantías jurídicas, incluso de su propia existencia, del centro de internamiento para africanos que intentan llegar a las costas españolas, en Nouadhibou -Mauritania-, construido con financiación española con fondos de la Unión Europea (según el informe Frontera Sur de la APDH-Andalucía).

Mirada crítica

Podríamos hablar también sobre las denuncias de un sindicato de policía frente a la última circular del Ministerio del Interior sobre los procedimientos de detención de inmigrantes irregulares, que lo tachan en algunos aspectos de ilegal (véasewww.inmigrapenal.com).

No intento comparar el régimen cubano y el español, sino simplemente decir que como ciudadanos tenemos el derecho y, en mi opinión, la obligación de mirar dentro de nuestras fronteras y con mirada ciertamente crítica.

Hasta aquí algunas de mis razones, sobre las que sostengo mis pensamientos y en las que apoyo mis opiniones. Porque así han de ser valoradas mis recientes palabras, como juicios subjetivos, como valoraciones personales de mi entorno, expresadas tal vez sin demasiada destreza, sólo soy un ciudadano, un actor -en el ejercicio de un derecho que me asiste y que va más allá del derecho a la libertad de expresión, un derecho más íntimo: el de vivir en armonía con mis convicciones.

Por ultimo, una reflexión: intuyo que lo desproporcionado de la reacción a mis palabras se sustenta no en el hecho de la realidad de las opiniones expresadas, pues hay, como hemos visto, estudios de sobra contrastados y públicamente denunciados, sino en la inquietud que genera que esa misma realidad, expresada en libertad por un personaje conocido, anime algo más al personal a ponerse a investigar. Y eso les lleve a hacerse la misma pregunta que me hago yo, que se hacen tantos: ¿es esto una democracia real? ¿de verdad tenemos tantas lecciones que dar?

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/03/10/caso-zapata-a-modo-de-cierre/

miércoles, 10 de marzo de 2010

Debate en CNN+ sobre Cuba

Estos tres vídeos recogen el debate entre el profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense Juan Carlos Monedero y Rigoberto Carceller, Presidente de Cuba Democracia ¡Ya! que tuvo lugar hace pocos días en CNN+ a raíz de la muerte de Orlando Zapata, preso cubano que llevaba en huelga de hambre desde el pasado diciembre. A lo largo del debate podremos observar los rasgos fundamentales de la controversia que existe hoy en torno al régimen cubano:

  • Una disidencia financiada por Estados Unidos que no duda en utilizar todo tipo de medios para tratar de desestabilizar al gobierno cubano y que hace de la propaganda y la manipulación informativa su estilete, al acaparar el apoyo interesado de la mayor parte de los medios de comunicación occidentales.

  • Un régimen cubano anclado en la Guerra Fría, al término de la cual sólo puede o bien renovarse o bien perdurar mientras pueda en su estado actual. Renovarse, como veremos en el vídeo, implica impulsar un debate interno en la isla (es decir, sin presiones desde el exterior, cosa que actualmente es imposible), un debate que valore la trayectoria de Cuba en los últimos 50 años y alcance a elaborar una posible salida a la dictadura que constituya una alternativa alejada de los sistemas políticos occidentales. Ante todo, Cuba debe seguir siendo una referencia y una alternativa.
Como veremos a lo largo de la discusión, se hace complicado llevar a cabo un dialogo con gente de la disidencia cubana (esto es una generalización burda, pero todavía no he encontrado ningún disidente que me demuestre lo contrario), pues no utilizan argumentos, sino eslóganes. Además, y esto es algo típico de cualquier pensamiento reaccionario, no saben dejar hablar a aquéllos que sí intentan llegar a una conclusión razonada y argumentada, contra los cuales lanzan sus artimañanas demagógicas y populistas que tratan de simplificar y vaciar de sentido un mundo mucho más complejo de lo que nos gustaría. Esa es su principal arma: vaciar de sentido la realidad. Pero ya lo dijo Anguita: "la simplificación y su hija la simpleza son la ruina del pensamiento revolucionario".

A todos nos gustaría que Cuba fuera un paraíso. O que los sistemas democráticos occidentales lo fueran. Pero no existen paraísos en la Tierra, sólo hay Tierra en la Tierra. No nos podemos engañar. Lo que no debemos permitir es que el doble rasero -Monedero habla en algún momento de él- que nos ataca todos los días desde los medios de comunicación cale en nosotros y lo interioricemos. La doble vara que sistemáticamente se utiliza para medir hechos iguales bajo banderas diferentes es, también, una manera de vaciar de sentido y simplificar luchas y batallas justas que hacen que todavía haya gente que considere un orgullo participar de un proyecto político que pueda mejorar el mundo de alguna manera. El futuro de Cuba pertenece única y exclusívamente a los cubanos, pero a nosotros nos queda la tarea, durísima pero necesaria, de dar batalla contra la manipulación y la simplificación que, desde fuera, trata de imponer en la isla una transición impulsada desde Miami por los lobbies americanos.






domingo, 7 de marzo de 2010

Campaña Puntomatic: "Ellos también pueden"

Este anuncio pertenece a una campaña lanzada hace algunos años por Puntomatic. Lo ví por casualidad no hace mucho tiempo y me gustó el mensaje que lanza, además de la forma en que utiliza la ironía y el sarcasmo. Es una lástima que haya quedado en algo anecdótico, lanzado en tono jocoso por una empresa privada con el único fin de aumentar sus beneficios. Es una lástima que no haya más hombres que, viéndose reconocidos en los que aparecen en el anuncio, se les caiga la cara de vergüenza por ser partícipes de un sistema social injusto que trata de modo discriminatorio a las mujeres. Es una lástima que el cambio social necesario para la emancipación femenina sea considerado, no sólo por las élites políticas, sino tristemente por una parte no pequeña de la ciudadanía del Estado español -incluídas muchas mujeres que ven la situación actual como "algo natural"- algo no sólo secundario, sino casi innecesario.


sábado, 6 de marzo de 2010

¡Atención: encuesta!

Últimamente algunas personas cercanas me han comentado que tienen dificultades para navegar por el blog debido al reproductor de música que incorpora. Me dicen que se les ralentiza mucho el navegador, o les acapara muchos recursos, o bien se les acopla la música con el sonido de los vídeos que hay colgados. Por ello, he decidido hacer una encuesta, que podéis ver en el espacio a la derecha de las entradas, en la que consulto a los visitantes del blog acerca del asunto. ¿Creéis que el blog mejoraría sin el reproductor de música?

jueves, 4 de marzo de 2010

Imponer silencio a gritos



Santiago Alba, Belén Gopegui, Pascual Serrano y Carlos Fernández Liria

El pasado lunes, el conocido actor español Willy Toledo declaró públicamente su desasosiego por la muerte del preso cubano Orlando Zapata y censuró al gobierno cubano por no haber sabido salvar una vida que, privada de libertad, estaba bajo su responsabilidad. Pero Willy Toledo tuvo también el atrevimiento de referirse al fallecido como a “un delincuente común” y a algunos de los así llamados “disidentes” como a “terroristas”, reproduciendo la información de las autoridades de Cuba, e inmediatamente los mismos medios, los mismos políticos y los mismos intelectuales que aceptan con naturalidad las versiones oficiales del gobierno israelí, colombiano o afgano se han lanzado, henchidos de indignación, a romperle figuradamente los huesos al tiempo que autoproclamaban su limpieza de sangre democrática. El País y El Mundo, por ejemplo, han dedicado en los últimos tres días más referencias a estas “imperdonables” declaraciones que a las víctimas civiles de Afganistán o a los huérfanos de Haití, por no hablar de la bloguera iraquí Hiba Al-Shamari, detenida, torturada y desaparecida durante un mes y ahora sometida a juicio en Bagdad por “desprestigiar la imagen de la nación” sin que ninguno de los ofendidos por el “régimen de Castro” haya levantado su voz o aireado sus tripas. Contra Willy Toledo se ha desatado una unanimidad oceánica, un tsunami de pulgares boca abajo y moralizantes azotes perdonavidas. El mismo día en que Otegi era condenado a dos años de cárcel por “exaltación del terrorismo” (o, lo que es lo mismo, por decir una frase), Elvira Lindo escupía a Willy Toledo las ventajas de nuestra democracia, que permite hablar incluso a un tipo como él, y Rosa Montero, con el mismo temple moral con el que saludó en 2006 los misiles arrojados sobre el Líbano, despreciaba a Willy Toledo calificándolo de “gentuza castrista”. Como de un apestado, los 9000 actores, bailarines, directores de escena y dobladores de España representados por Pilar Bardem se han desmarcado de su audacia declarativa y lo han dejado caer solo en el abismo. Decenas de portadas, columnas y tertulias se han rasgado las vestiduras contra la “abyección moral” del actor.

Es en las cuestiones pequeñas donde se revela el estado de salud de una democracia. No es muy grave que se calle la boca a un actor, mutilando y criminalizando sus declaraciones, en un país donde se amenazan las pensiones, se persigue a los inmigrantes, sigue habiendo torturas, se cierran periódicos, se obstruye la memoria, se protege a criminales de guerra y se mandan soldados a invadir y matar civiles en otras tierras. Algunas de las voces de este coro marcial -en el que cada uno ha gritado libremente lo mismo que todos los demás- reflejan la calidad ética de un medio periodístico y cultural en el que el desprecio por la verdad es inseparable de la idea de que la democracia consiste en imponer a gritos silencio a los demás y de la seguridad de que el intimidado no podrá responderles. Las otras voces del coro se unen a la cantinela un poco por interés y un poco por miedo, a sabiendas de que, mientras el mundo gire en la misma dirección que van ellos, es mejor no preguntarse quién maneja el volante ni a cuántos aplastan las ruedas. En España hay tres o cuatro temas que no pueden discutirse en público y Willy Toledo se ha atrevido a rozar uno de ellos. Si los filtros mecánicos fallan -como en este caso- y más personas de las que caben en un pañuelo escuchan lo que no se debe decir, entonces interviene el Santo Oficio para acosar, desprestigiar y amenazar al infractor. A Willy Toledo le han dado un grito para que no se atreva a hablar de nuevo.


Un periódico digital decía que Willy Toledo se había quedado, lo habían dejado, “más solo que la una”. No es verdad. Si aún no sabe que no lo está, sirvan estas líneas de apoyo y solidaridad para recordárselo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

El contrato que aceptamos

Mensaje leído en una radio francesa el 11 de septiembre de 2003. Su autor es anónimo, y estructura en una serie de puntos un duro, por absolutamente cierto, texto de denuncia y crítica al mundo actual.