viernes, 19 de enero de 2007

Es La Hora

No existe una realidad única porque no existe una sola lógica o manera de ver el mundo. La clase hegemónica impone sus intereses de clase (englobados en un sistema neoliberalista – imperialista) sobre las clases dominadas, a las cuales se lo muestra como si fuera un pensamiento único y sin alternativas viables; es lo que se conoce como una falacia naturalista (algo falso que, a fuerza de repetirlo hasta la extenuación acaba aceptándose como algo natural) bajo la famosa doctrina, inaugurada por Margaret Thatcher, conocida como TINA (There Is No Alternative). Todo ello se ha acelerado en el último cuarto del siglo XX y en la primera década del siglo XXI aprovechando al crisis en que la izquierda mundial se encuentra desde Mayo del 68.

La imposición de los intereses del poder establecido sobre los colectivos oprimidos ha tenido lugar siempre y de manera continua en la historia, siguiendo similares mecanismos de persecución, represión y marginación de aquellos individuos o grupos contrarios o críticos con el sistema vigente, ya fueran judíos, comunistas... Todo sistema se crea sus enemigos, al tiempo que crea un “nosotros”, pues se trata de una condición necesaria para su propia supervivencia.
Hoy en día, se hace más difícil ser consciente de ello, de esa persecución, de ese control de las ideas, puesto que además de la violencia física (que desde que acabó la II Guerra Mundial apenas se da en el centro del sistema – mundo capitalista y se reserva para la periferia y la semiperiferia), existen métodos más sutiles para imponer la ideología de la clase hegemónica /dominante. Sin embargo, el hecho de que se más sutil no significa que no se a violencia; la precariedad laboral, la miseria creciente dentro de nuestras sociedades “desarrolladas”, el descenso de la calidad de vida pueden verse como parte de una violencia estructural que, unida a la violencia física ejercida en otras partes del planeta, conforman un elemento necesario para la supervivencia del sistema neoliberal vigente. El problema de esa violencia estructural es que es un tipo de violencia en la que no es posible señalar un culpable concreto que ejerza esa violencia, sino que es algo que forma parte del funcionamiento de un sistema que presenta errores de base.
Ahí se encuentra una de las principales razones que motivan el hecho de que cueste no ya actuar contra el sistema, sino incluso (¡) concienciarse (ser consciente de que existe un problema) y saber cómo actuar, pues la idea general de aquellos que piensan que hay algo que no funciona es que no se sabe por donde empezar a solucionar las cosas.
Si a todo ello le sumamos una cada día mayor manipulación de la información por parte de los medios de comunicación (lógica por otra parte, dado que los propietarios de las principales agencias de información pertenecen a las élites de la clase hegemónica / dominante), nos encontramos con una sociedad apática, cada día más sumisa y, pese a no ser más felices cada día, que no se plantea rebelarse contra el sistema por dos razones:

1 – los individuos se creen casos únicos. Lo que cada uno ve por los media mass como normal (nos venden crecimiento de la economía, records de beneficios en la bolsa, supuesta existencia de una sociedad feliz...) no se corresponde con su situación de infelicidad, lo que nos conduce a pensar que somos los únicos, o de los pocos, que estamos mal.

2 – Como consecuencia del punto anterior, se hace realmente difícil: a) ser conscientes de que el problema existe y b) saber que no reside en nosotros (o sólo en nosotros), sino en el sistema y sus élites.
c) tomar conciencia de clase, de que no estamos solos sino que somos una mayoría que no gobernamos nuestro futuro, de que si nos organizamos podemos cambiar cosas. Es una mayoría la que está mal y pasándolo mal para que una minoría pueda seguir partiendo el bacalao.

Todo esto, parece tornarse harto más complicado cuando constatamos que el mundo ya no funciona a escala local o nacional, sino que todo está conectado en un sistema que aspira a ser global, instantáneo y que nos es presentado como “sólo posible en esta dirección”. Es lo que vemos como “globalización”, pero que cada día más autores califican de “globalización hegemónica”, al tiempo que hablan del surgimiento de otra “globalización contra hegemónica” que aglutina a todos los movimientos críticos y contrarios con el sistema socio – económico establecido, desde ecologistas hasta movimientos de la vieja izquierda.

En este sentido, cabe señalar que en la medida en la que los críticos con el sistema neoliberal sepamos aprovechar la globalización, tendremos mayor o menos probabilidad de afrontar con éxito futuras batallas. En esta labor, habrá que poner especial énfasis y aprovechar el gran impulso en las comunicaciones que el proceso globalizador acarrea consigo, como medio para romper con esa incomunicación entre individuos pertenecientes a clases dominadas.
La comunicación permitirá generar debate, compartir conocimientos, ideas procedentes de múltiples fuentes, poner fin al dogmatismo impartido por los media mass creando nuevas vías y medios de comunicación alternativos, o redes de comunicación alternativas que aprovechen los medios actuales de comunicación, en los que la información no sea una mercancía, una ensalada de palabras vacías, sino una información que recupere su objetividad, denuncie el despojo y fotografíe la realidad tal como es a nivel global. El éxito de esta tarea favorecerá el surgimiento de nuevos movimientos antisistémicos globales y fortalecerá a los ya existentes.

Asimismo, la articulación de redes de información alternativas permitirá a los movimientos alternativos hacerse en cierto modo inmunes a los ataques mediáticos provenientes de los medios de comunicación de masas, además de sumar apoyos a través de procesos de apertura y de concienciación de la sociedad. Se trata de un proceso a desarrollar en la escala global de la realidad, pero no podrá llevarse a cabo si no se articula bien en la escala local y sensible, lo que cada uno de nosotros vivimos cotidianamente, nuestras diferentes realidades. Ello pasa por llevar el debate, la duda, la contraposición de ideas allá donde vayamos (insisto: cada uno de nosotros, los que no estamos conformes con el orden actual del mundo, somos conscientes de ello y queremos luchar para cambiarlo), en cualquier momento y en cualquier lugar.
Debemos acabar con la idea de que la política se hace desde arriba, de que la política es sólo lo que dicen los dirigentes de tal o cual partido político. No señor, política hacemos todos y cada uno de nosotros, cada colectivo y cada pueblo que habitamos el planeta.
Se trata, en definitiva de movilizar, de dejar de estar parados pensando que son los políticos lo que tienen que mover ficha. Se trata de pensar, y eso cansa y no gusta porque no es cómodo. Pero ya lo decía Berltold Brecht:

Hay quienes luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.

Es una tarea ardua, difícil, de día a día y de paso a paso, pero seguro que merece la pena.

Aprovecho para colgar el último cápítulo de Voces Contra La Globalización, en mi opinión de los mejores de la serie de documentales que emite La 2.



LA LARGA NOCHE DE LOS 500 AÑOS
Uploaded by klaudia_daniela

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