Estos días vemos continuamente en todos los medios de comunicación españoles, la noticia de que un joven agredió sin motivo alguno a una menor en un tren de cercanías barcelonés. Sobre las imágenes no queda nada que decir, pues hablan por sí solas. Sobre el trato que la Justicia española da a nos y a otros la cosa es diferente. Resulta difícil no empezar a lanzar exabruptos sobre lo injusto y descabezado de ciertas situaciones. Al parecer, la sinrazón ha inundado todo en este país, y al pitorreo político diario, la decadencia cultural y la apatía general, se ha unido (si no lo había hecho ya) la locura en la Justicia.
No cabe pensar otra cosa cuando uno observa que, 2 semanas después de la agresión del joven racista sobre la menor, el joven ha salido del juzgado con una sentencia de libertad con cargos y una sonrisa de oreja a oreja en busca de su próxima fechoría. Por la puerta de atrás salía la menor, todavía afectada y atemorizada por si vuelve a cruzarse con este individuo, o con cualquiera de su repugnante condición.
Al mismo tiempo, un joven que iba en el mismo vagón en que ocurrieron los hechos, que se mantuvo inmóvil mientras se producía la agresión (suponemos por miedo a que si se enfrentaba al repugnante joven saldría bastante mal parado), ha sido llevado a juicio por no ayudar a la joven (aunque sí que ha declarado como testigo en el juicio contra el joven agresor).
Ante estos hechos, constatamos que, al mismo tiempo que el violento joven que agredió a una menor y se quedó tan tranquilo que dice ni siquiera acordarse de tal agresión con la excusa de ir borracho, puede seguir paseandose por las calles barcelonesas sin otro castigo que no poder coger la misma línea de tren que la menor agredida y tiene prohibido acercarse a ella. Mientras, el chico que viajaba en el mismo vagón y que no hizo nada por mediar entre agresor y agredida, ha de vérselas con la Justicia. No justifico su "no-acción" en el momento de la agresión, pero la entiendo, más aún cuando vemos que hace pocos días, un hombre trató de mediar en otra pelea y recibió tal paliza que se encuentra en estos momentos criando malvas.
Señores, esto es el mundo al revés, en que los agresores racistas salen de rositas del juzgado con un abanico de ofertas mileuristas para salir en la tele, y los agredidos han de salir a la calle acobardados por si los perros salen hoy, también, de cacería.
Y luego se extrañan de que algunos mentemos a la madre de esta maldita España, su repugnante juego de escudos y banderas y sus politicuchos con Z, de zarrapastrosos.
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