lunes, 17 de marzo de 2008

Cosas de mi barrio


Yo vivo en un barrio de Madrid que es el Barrio del Pilar, hasta hace unos años calificado y calificable de barrio obrero, con sus edificios multivivienda en los que se agolpaban pisos, minipisos, bajos, sótanos, cuerdas de tender, tiendecillas, bares, obreros, asalariados, ancianos, jóvenes, mujeres, hombres, gatos, perros... Quiero decir con esto que cuando uno se paseaba por este barrio sabía donde estaba: estaba en un barrio obrero, con gente sencilla en su mayoría, que hacía honor a su fama reivindicativa y de izquierdas.


Hoy día, cuando uno sale a la calle, observa que algo ha cambiado. Los edificios de varias alturas con pisos agolpados siguen ahí, las tiendecitas todavía resisten (a la Vaguada y las leyes liberales aguirrianas)... pero poco a poco el ambiente va mutando. En los últimos 3 años han construido multitud de edificios nuevos, y no de cualquier clase: se trata de edificios de lujo con gimnasio privado, piscina privada, sauna privada y, entre no se sabe cuántas más cosas privadas, sistema de seguridad privada propio. Esto último incluye, al margen de la pertinente valla que rodea al edificio como si de la muralla de Numancia asediada por los romanos se tratara, un sistema de cámaras de vigilancia y la presencia 24 horas de un vigilante privado, provisto de su correspondiente porra, que la mayoría del tiempo se dedica a ver la televisión en su garita, o a calentar el asiento que gustosamente le han provisto mientras mantiene su mirada amenazante hacia no se sabe qué desconocida amenaza.


Resulta algo chocante, cuando menos, ver que en un barrio como el descrito arriba, se han erigido diversos edificios de lujo, que contrastan sobremanera con su entorno. Quizá sea por eso, por su onerosidad, el hecho de que se vean obligados a dotarse de tal sistema de seguridad, para calmar el miedo de los que allí viven a ser invadidos por una manada de vecinos trastornados por la envidia, que quieran utilizar su piscina, su sauna, su gimnasio o sencillamente cepillarse al vigilante. Parece que los que habitan en estos edificios tienen derecho (y dinero para costearselo) a tener más seguridad que los que viven a tan sólo unos metros, que son ciudadanos, sí, pero menos que los primeros, según parece.


Y una vez más se demuestra cómo es la naturaleza humana; los que tienen poco viven con miedo a que los que tienen mucho les hagan la vida imposible, y los que tienen mucho viven con miedo a que los que tienen poco les quiten aquello que poseen. Los que no tienen qué comer viven con miedo de no encontrar mañana nada que llevarse a la boca, y los que sí tienen qué comer viven con miedo de engordar demasiado para poder encajarse su bikini del año pasado.
Y así nos va, sálvese quien pueda.

3 comentarios:

Lauri dijo...

Si, en mi barrio pasan cosas parecidas. Yo creo que lo que más me molesta es que le roben al barrio su escencia. Ya deja de ser un lugar acogedor, donde todos se saben la vida de todos. Donde hay robos pero no hay miedo, porque hay una ley implicita que es "entre nosotros que nos vamos a hacer? si estamos todos igual?". Entonces, al llegar tanta cantidad de gente desconocida, ya se pierde la confianza y se pierde esa "identidad"
No se si será tan así tu caso, pero comprendo tu enojo... Un saludo!

Heferstion dijo...

Dentro de poco, Carabanchel, Latina y Vallecas nuevos boom del mercado del lujo y la opulencia xD

Ya verás...

Cranko dijo...

No te digo yo que no, tiempo al tiempo.