Corazón, corazón, de irremediables penas agitado,
¡álzate!
Rechaza a los enemigos oponiéndoles el pecho,
y en las emboscadas traidoras sostente con firmeza.
Y ni, al vencer, demasiado te ufanes,
ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa.
En las alegrías alégrate y en los pesares gime
sin excesos.
Advierte el vaivén del destino humano.
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