lunes, 2 de agosto de 2010

Políticos cuánticos.

Jordi Sevilla

Militante del PSOE

Hace poco, pudimos ver juntos en acción a Felipe González y a Zapatero en una celebración del Grupo Parlamentario Socialista. El comentario más extendido, dentro y fuera, fué:¡que diferencia entre ambos! Tomando a cada uno de ellos como paradigma del político de “antes” y del politico de “ahora”, me permito reflexionar, yo que he trabajado con ambos, sobre cómo ha cambiado la política para dar como resultado políticos tan diferentes. Aqui y en el resto del mundo. Estamos en la época de los politicos cuánticos y ello refleja unos cambios sociales más profundos.

En otras entradas he señalado cómo la política considerada en el sentido de opciones alternativas, encaminada a resolver problemas reales de los ciudadanos parece, cada vez más, cosa del pasado. Esa concepción de la política tiene consecuencias: una, que puede haber debate racional sobre problemas y soluciones, dos se puede alcanzar acuerdos, tres los partidos son instrumentos al servicio de otro objetivo que es servir a los ciudadanos y cuatro, en momentos excepcionales, aplica el interés general al que se subordinan los intereses partidistas en beneficio de los ciudadanos.

Esa es una concepción de la política heredera del Racionalismo y de la Ilustración cuyas dos ramas diferenciales han sido el liberalismo y la socialdemocracia. Y lleva a una manera de hacer política en la que importa mucho la explicación, la narración, el contar a la gente lo que pasa para que lo entienda, en apelar a su razón para que discierna entre alternativas distintas cuál considera que es la mejor. Hay problemas objetivos que resolver, la gente no es tonta, los políticos deben pelear entre ellos, en base a razones y argumentos para ganar el apoyo mayoritario de los votantes sobre unas soluciones u otras.

Hoy, la política como actividad, se aleja mucho de este esquema que ha funcionado durante décadas. Hoy la actividad política es un subsistema social que se ha independizado del resto cobrando sentido propio en un modelo de circuito cerrado sin más conexión con lo de fuera que el meramente instrumental. Si antes el objetivo eran los ciudadanos y sus problemas y la acción política partidista un instrumento, hoy se ha dado la vuelta a la situación. El objetivo es alcanzar el poder en el subsistema político frente a tus adversarios y el instrumento, los ciudadanos y sus problemas, reales o creados. Para esta política, lo que hay que hacer es descalificar al adversario (no a sus opciones), insultar y apelar al argumentario simplista destinado a movilizar no el voto racional y maduro de los ciudadanos, sino el emocional, el de las “bajas pasiones”. La confrontación es la norma y el acuerdo la excepción. El interés general es un mito al que se apela solo para descalificar al adversario y conseguir mis propios objetivos partidistas. Las soluciones se parecen tantos entre unos y otros que solo se pueden identificar mediante la busquedad de culpables y la descalificación personal.
La partitocracia está sustituyendo a la democracia, las emociones a las razones y el insulto al debate. En ese contexto, la sociedad “zapping” en la que vivimos, ayuda a consolidar en la política un esquema de comportamiento hasta ahora reservado a los programas televisivos de gran audiencia, plagados de cotilleos, insultos, escándalos y sobre todo, espectáculo. Cuando la politica se contagia de estos valores, estamos ante una política cuantica.

La nueva política no requiere de narraciones, de historias, de explicar, de contar para convencer. Basta con decir eslóganes, consignas y titulares de prensa que movilicen “a los tuyos”. Así, el discurso político, e incluso la actuación política se convierte en pequeños “quantums”: frases o medidas, aisladas, hechas para perdurar el tiempo que dura un telediario antes de ser sustituidas por otras pensadas para el próximo telediario. Esto no quiere decir que los políticos de antes no pensaran en los titulares. Pero los incluían en su relato. Ahora, no hay relato sino una sucesión de titulares y medidas en forma de esos “quantums” que dieron lugar a la teoría cuantica de la energía y la materia.

Si. Hay diferencia entre políticos de ahora y de antes. Unos cuentan cosas, mientras otros dicen eslóganes. Pero detrás de esas diferencias formales, se encierra una profunda transformación de nuestro sistema político que no es ajena a las profundas transformaciones de nuestra sociedad, de los medios de comunicación y, en general, del sistema relacional entre los ciudadanos de esta sociedad. Estas transformaciones de fondo, son las que me parecen importantes. La política, esta de la que se dicen descontentos la mayoría de los ciudadanos, es solo la punta de un iceberg. ¿Chocaremos con él? No se. De momento, voy a repasar el principio de indeterminación de la teoría cuantica. ¡Menudo verano me espera!

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