En este vídeo podemos ver ejemplos de esa parte de la clase política española que no sólo no atiende a su debida sumisión a los deberes de su cargo público, no sólo no hace del "predicar con el ejemplo" su guía de actuación en el ámbito público, no sólo no siente ni un poquito de vergüenza cuando se le pilla haciendo trampa junto a otros niños de la clase. No. No sólo no siente ni hace nada de eso, sino que, además, ha aprendido a reírse en la cara del personal y salir impune, por mucho que algunos medios de comunicación -quizá sólo los más valientes, o "pomposos" según reconoce Camps en el vídeo- traten de obligar al político a que rinda cuentas de alguna manera, si no en las urnas, al menos de viva voz.
Quizás la culpa no es del político. El político -y no todos, pero es cierto que en los últimos tiempos no vemos más que imbéciles sinvergüenzas meándonos mientras nos dicen que llueve- tan sólo hace lo que se le permite. Como un niño pequeño; el primer día el niño robará una minucia para comprarse unos cromos, el segundo tendrá amiguitos a quienes venderle los cromos y el tercero, si los padres no se lo impiden, el niño habrá montado un oligopolio de cromos en su clase, junto con varios amigotes. Podemos trazar paralelismos con varios personajes de nuestra clase política, y en ello distinguiremos a muchos culpables - Camps, el Bigotes, Julián Muñoz, Valcárcel (y media familia suya que está, paradójicamente, muy preocupada por servir al ciudadano murciano, aunque por medios poco claros)-, pero no podemos negar una verdad incuestionable: no menos culpables somos nosotros por permitir que gente de esta calaña haya viciado nuestro sistema político de una manera tan dañina. No ya porque adultere el funcionamiento de nuestras instituciones, lo cual ya es grave. Sino porque nos ha adulterado el cerebro a los ciudadanos, haciéndonos sentir, a fuerza de ver cómo escándalo público tras escándalo público no pasaba nada, que no hay nada que hacer, que los políticos son todos iguales, y que estamos gobernados por cretinos. Y lo peor es que no sólo sentimos eso, sino que, sintiéndolo, no nos da la gana de coger el toro por los cuernos y hacer que toda esta gente que se aprovecha del sistema para medrar ilícitamente rinda cuentas de una vez por todas.
Si esto sigue así, si la sensación de impunidad de los políticos corruptos continúa creciendo, y con ello la injusticia social, acciones como la de hace unos días en Murcia, en la que tres hombres propinaron una soberana paliza al Consejero de Cultura de Murcia, el sobrino de Valcárcel, Pedro Alberto Cruz (el otro sobrino todavía no está enchufado pero todo se verá) no sólo no serán rechazadas por los ciudadanos, sino que serán vistas como la única salida para que se les tenga en cuenta.
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