Hoy es 23 de Mayo. El día después de las elecciones municipales y autonómicas. La fecha que desde hace tiempo estaba marcada en el calendario como día clave en la contienda política. El PP, según los primeros datos ha arrasado en las urnas al PSOE, que, abrumado por las últimas movilizaciones de "indignados" y el patente fracaso de su política social y económica, se resigna ante lo que ya es un castigo histórico en unas elecciones municipales y autonómicas.
El modo en que las masivas movilizaciones de esta semana ha afectado a los resultados lo podremos analizar a partir de esta noche. No hay duda de que los miles de personas congregadas en la Puerta del Sol de Madrid y en tantas otras plazas de España han conseguido algo muy importante: poner una advertencia encima de la mesa de la clase política (aunque, en mi opinión, hay algunos partidos que no se han dado por enterados y piensan que esto no va con ellos). Esta advertencia no es sino una llamada seria de atención de una gran parte de la sociedad que está harta de sentirse manipulada, ninguneada y maltratada.
Sin embargo, y sin quitar un ápice de importancia a lo que ocurre en la Puerta del Sol (precisamente esa es la base que ha permitido todo lo demás), en mi opinión lo que a día de hoy enjundia mayor significado son las diferentes asambleas que se han establecido en las plazas aledañas. En dichas asambleas, divididas por ámbitos (político, económico, sanidad, educación...) se discuten abiertamente propuestas de manera ordenada y respetuosa. En otras palabras, la Spanish Revolution ha conseguido un cambio de mentalidad: que se deje de hablar de fútbol en la calle y se discuta de política. Ojalá dure, y la política sea definitivamente rescatada de ese oscuro cajón en el que tanta gente la había metido tachándola de aburrida o inútil. La política no son las elecciones cada 4 años, los partidos políticos y los sindicatos. La política es también la discusión entre iguales en el ágora publica. Ese es, quizás, el mayor valor que, de momento, podemos otorgar a la acampada de Sol, de la Plaza de Catalunya y de tantos otros lugares.
Dicho esto, no es menos cierto que todavía no se ha conseguido nada concreto. Madrid presenta un panorama precioso de gente con ganas de discutir su futuro político y vital. Pero sigue siendo una incógnita lo que sucederá a partir de mañana. Ante todo, una cosa debe estar clara: es necesario evitar que se pierda la energía en movimiento, pues lo más difícil, que era prender la mecha, ya se ha hecho. Si finalmente no se consigue nada, y se queda en una semana de ruido y movilización vacía, será muy difícil volver a convocar algo parecido en décadas. Para evitarlo es imprescindible elaborar un programa de medidas concretas, exigencias que pesen en un papel y sirvan para aglutinar esfuerzos y canalizar energías. Hay quien propone que cada una de las asambleas elabore una lista de unas pocas propuestas, y que a partir de ahí se confeccionen una serie de exigencias prioritarias a partir de las cuales comenzar a trabajar. Dos de las que suenan con más fuerza son:
- Reforma de la Ley Electoral.
- Devolución al Estado del rescate entregado a los bancos.
Son dos ideas no sólo oportunas, sino necesarias para que el sistema político español recupere algo de la legitimidad perdida. De la consecución de, cuando menos, la primera de ellas, dependerá la supervivencia de un modelo político cada vez más cuestionado en amplios estratos sociales. Hasta entonces, la estrategia del Movimiento 15M está todavía por definir. Una semana después del estallido de las movilizaciones, todo son indicios de tendencias, pero todavía ninguna conclusión esclarecedora de hacia qué meta se dirigirá. Es necesario aclararlo cuanto antes. Por una Democracia Real. Ya.
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