Desde fuera se ve con más claridad. Se acabó la fiesta. Nos lo recuerda Frei Betto desde Brasil. La Europa de las pasarelas, de los trenes de alta velocidad, de los subsidios a las multinacionales, del acelerador de partículas, de las operaciones de cambio de sexo, dejan el sitio a los ambulatorios cerrados, a la perdida de la paga extraordinaria, a las jubilaciones anticipadas, a la congelación de sueldos y a la condena a un futuro laboral donde los esclavos romanos tenían más derechos. Apenas podemos sufragar -con unos ingresos mermados por la amabilidad con los ricos-, la seguridad social, la atención a los enfermos, la educación pública. Queda un poco para reforzar las armas de guerra. Querrán quitarle las riquezas a otros pueblos peor armados.
Qué tiempos aquellos. Los ricos no necesitaban pagar impuestos. Los pobres podían soñar con ser ricos. Las clases medias confundían la pulsera del crucero a Cancún con un seguro vitalicio de prosperidad. Unos pocos engañaron a muchos en un tocomocho monumental. Creyeron que había duros a peseta para todos. Nos endeudamos. Nos han ido robando hasta los calcetines. Ellos siempre estuvieron blindados. Las Duquesas se casan y tiran la casa por la ventana. Nunca imaginé que en el nuevo siglo se pudiera todavía vivir vicariamente historias de papel couché. Eso envalentona a los sinvergüenzas. Ahora, los culpables del desastre echan la culpa a los que se dejaron embaucar. Y son ellos los que dictan cuántas sillas hay en el juego. Y ya están en los botes. Se acabó la fiesta.
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Hipoxia cerebral
Regreso a Europa y me encuentro con que el PSOE ha organizado su convención programática. Ni siquiera estando en la oposición y a punto de perder cualquier espacio de poder reaccionan. Qué propuestas tan mezquinas. Están noqueados. Como la tercera vía que asumieron como credo. ¿Alquien le pedirá cuentas a Anthony Giddens por tanto destrozo? Pero como sus militantes ni dicen nada, siguen y siguen: ¿por qué el discípulo más avanzado -junto a Clinton- de la tercera vía, Felipe González, sigue dando lecciones de nada? Quizá sepa que en cuanto deje de pedalear conocerá del suelo. Una vieja guardia, capaz de invadir el esfuerzo de renovación generacional del pusilánime Zapatero. Vieja guardia que acaba de aprobar constitucionalmente la imposibilidad de hacer políticas socialdemócratas. ¿Llegarán a convencer a nadie? Sólo, una vez más, el miedo que da una derecha nacional-católica, corrupta y franquista, configuran su baza electoral. Hay demasiada gente que lleva una década votando con la nariz tapada. Van a tener hipoxia cerebral. Qué mediocridad. Izquierda Unida ha vuelto a demostrar su incapacidad de abrir las listas a nadie que no sea núcleo duro de algún burócrata. Casandra ve el desastre y lo cuenta, pero Zeus la condenó a que nadie la creyera. Parece que va a llegar el frío.
¿Y los botes?
Queda la sensación de que, entre unos y otros, queremos que un 15-M, reforzado con los parados que ya no puedan esconderse en el trabajo informal, por los desahuciados una vez más desahuciados por el desahucio de los amigos o familiares que también han perdido el piso, crecido por los tranquilos que pierdan el colchón tendido por un padre o una madre que aún aguantaban, en fin, alentado por los desesperanzados, no vean otra luz que el nihilismo de Tottenham. Entonces todos los argumentos tendrán que ser reescritos.
Se acaba la fiesta. Muchos ni siquiera bailaron. Y los pocos botes están ocupados y defendidos por banqueros, terratenientes, brokers y sus guardias de presa. ¿Se tratará de echarlos por la borda? Casi antes de cerrar la puerta, el Partido Socialista se ríe del referéndum de la OTAN y regala el territorio español a mercenarios cuya única misión será robarle a africanos y asiáticos el petróleo. Y lo peor que le ha pasado al mundo es que ha muerto el fundador de apple o que se ha casado un antiguo caldero aristocrático lleno de botox y folletines decimonónicos.
A veces uno no sabe si estamos en manos de imbéciles o de canallas.
Extraído del blog del diario Público: Tras los mares del sur, de Juan Carlos Monedero