Marca para siempre el beso perdido. El beso no dado. El beso olvidado.
Pesa en la mochila el beso negado, la pasión apagada, la cara escondida.
Cicatriz deja el beso errado, el beso congelado en el páramo de la llamada no contestada.
Hiere y mata el beso evitado, oculto tras cortinas de miedo a traspasar la frontera y resbalar por la ladera de mármol.
¿Dónde queda el beso secuestrado por el viento en las noches de invierno?
¿Qué ocurrió con el beso encargado cuando galopaba en mi huida?
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