domingo, 1 de julio de 2012

Fantoche.

De nada sirve que me pierda en quejas banas.

Ni siquiera sirven estos versos ya de reproche,

que es cierto que mis palabras no teñirán tus canas,

abandonadas a tus puertas como pataleta de fantoche.

 

Me perderé en el olvido de las noches oscuras,

proseguiré mi huida y ahorraré en lágrimas por bulerías.

Ya no vendrás a visitar los espejos de nuestras vigilias pasadas,

pudiera ser cierto que entre todos me han logrado cortar las alas.

 

Ya no habrá más declaraciones al estilo “no lo creo, lo sé”,

ahora ya ni sé ni creo, y lo único que sé es que no quiero.

Por juntarse se unieron el hambre y las ganas de comer,

que a mí poco me falta para huir de la loa al fútil jubileo.

 

Bien sabes que es mentira lo que dicen de que yo no te espero,

falso es aquel que logra levantar un muro entre su razón y el deseo.

Pero también es cierto que el alma de mucho sangrar se seca,

y poco queda ya que buscar en esta que tiempo ha quedó hueca.

 

Y sí, sigo preso, aunque ahora al menos el aire corre alrededor.

Por más que me afane en mi huida, mire donde mire encuentro rejas,

porque no paro de correr hasta que la noche da su último estertor

y aún así tu recuerdo se me clava de nuevo con el día entre las cejas.

 

Pero no seas así, compadre, alguien me dice, vamos a brindar,

que no todo está perdido, aún estamos casi todos o no falta casi nadie.

Y si no estás conmigo, hay que aprender a vivir sin tí y la vida apurar

antes de que de viejitos la conciencia y el reloj nos pongan tope.

 

Suenan tambores de guerra en mis sienes contra mis excesos,

peleo contra el destino que pretende hacer que no te vuelva a ver.

Y me preguntan si no seré estúpido por venderme sólo por un beso,

pero más allá del bien y del mal yo no sé ya si eso es ganar o perder.

 

Así que con esta propuesta llego de nuevo al hogar que me vio hacia tí partir,

donde ya no espero tu cabeza sobre mi almohada, ni tu olor, ni nada.

Quizá sea momento de asomarme a la ventana y gritar: ¡olvidar o morir!

quemar todas las fotos, apagar las luces, rendirme y soltar al fin, desertor exhausto, la daga.

 

Me perderé en el olvido de las noches oscuras,

proseguiré mi huida y ahorraré en lágrimas por bulerías.

Ya no vendrás a visitar los espejos de nuestras vigilias pasadas,

pudiera ser cierto que entre todos me han logrado cortar las alas…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...sin palabras me he quedado... me recuerda un poco a algo de Sabina, tiene un aire.

No dejes que te corten las alas, nadie tiene derecho a hacerlo.

Mucho ánimo y sigue escribiendo así!

Elena

Anónimo dijo...

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