Hay día de puertas abiertas en el parque temático que he hecho de tu ausencia;
todos comentan, todos recuerdan sonriendo y hasta yo prometo
darte las gracias por todo aquello que pudimos aprender juntos.
Dibujaré un final abierto en los huecos que dejaste y que cada día trato de llenar sin acierto.
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No sé a dónde nos llevará esta senda que decidimos recorrer por separado. No sé cuándo acabará el reguero de incertidumbre en el que me muevo y en el que a veces juego a imaginar que te mueves tú. Lo que sí sé es que mi adiós maquillaba un hasta luego. Y que tal vez mi silencio todavía esconde un ojalá.
Desde hace meses me deslizo entre vaivenes emocionales; a veces voy volando y a veces me arrastro demasiado a ras de suelo. Y mientras avanzo, no puedo evitar lanzar al cielo preguntas inacabadas, como el loco que grita reclamando inútilmente justicia al universo cuando le duele el tímpano del pecho.
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Me enreda lo que me falta y lo que se aleja.
Me pierdo en el laberinto, preso de esa madeja
que son tus manos en mi pelo, mi beso en tu espalda.
Qué más da o no da si nos deja cicatriz en el alma.
Hacia dónde debo caminar para encontrar el camino de las utopías
si lo que yo quiero es tocar contigo el cielo con los dedos.
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