Hace unos meses, leí una teoría sociológica que afirmaba que en países como el nuestro, medianamente desarrollados y mínimamente civilizados, las diferentes opciones políticas tienden a igualarse. Tienden a igualarse hasta el punto de que a pesar de poseer programas diferentes con pocos puntos en común, en la práctica, en cuanto a las cuestiones relevantes da igual quien ostente el poder, pues todas las opciones harían, en caso de encontrarse en el poder, prácticamente lo mismo.
De tal modo, según esta teoría, el hecho de que gane un partido u otro tan sólo sirve en realidad, para que los seguidores del partido que ocupe el poder se sientan en cierto modo reprobados en sus posiciones ideológicas, lo cual les reporte un cierto sentimiento de superioridad sobre sus rivales políticos, que al no estar en el poder se sienten frustrados. Pero en la práctica política real, poco cambia.
Leer esta teoría llamó mi atención hace unos meses, y estos días ha vuelto a mi memoria gracias al asunto de las obras del AVE en Catalunya. Al parecer, la Historia se repite; hace 5 años, cuando el AVE iba a ser inaugurado hasta Zaragoza, el subsuelo comenzó a llenarse de socavones que el último Gobierno Aznar se afano en tapar como bien pudo. Ahora, cinco años después, y con el AVE llegando a Barcelona, los nuevos socavones amenazan con socavar también el Gobierno Zapatero. Quizás por ello, el Presidente del Gobierno se apresuró a visitar la zona afectada el domingo pasado, aunque casi se mete en un nuevo socavón. En cualquier caso, la duda queda en el aire a colación de la mencionada teoría; ¿realmente sirve de algo que ganen unos u otros las elecciones? ¿Al margen de alguna ley importante, como la del matrimonio homosexual, ha cambiado algo de manera relevante en el panorama español?
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