“…todo parece eterno en una España de siempre, un rey sustituye a una reina y, en el orden prefecto de una sucesión asegurada, Alfonso de Borbón ocupa el lugar de Maria Cristina de Habsburgo Lorena en el trono de España, mientras en las provincias un cacique le sucede a otro cacique. Es esta ausencia de grandes cambios lo que irrita o hiere a los rebeldes bohemios o a los pensadores austeros que piensan en una España nueva, los cuales no entienden por qué no se deja oir el estruendo de las grandes conmociones históricas. A muchos les quedarán el dolor y la amargura, y algunos se servirán de ellos para un repliegue prudente en dirección de nuevos horizontes ideológicos. Lo cierto es que nada se hunde después de Santiago, que el edificio resiste a sacudidas, que todo se reduce a unas cuantas grietas y fisuras, si bien el conjunto queda cuarteado….”
C. Serrano alrededor de 1900.
C. Serrano alrededor de 1900.
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