
No nos engañemos, los grandes beneficiados de la época de aproximadamente 12 años de bonanza económica que estamos dejando atrás, no somos la gente de a pie, sino aquellos que se ganan la vida especulando, negociando y corrompiendo para lograr la maximización de su beneficio individual. Son los que invaden Estados, los que sangran países enteros vaciando sus reservas de capital.
La calidad de vida lleva años en declive. Los salarios reales medios bajan (suben muchísimo los más altos y bajan los más bajos), crece la precariedad laboral, se hace necesario el pluriempleo, crece el número de esclavos del capital. La gente normal, la mayoría de la sociedad lleva años viviendo cada día más angustiada, más explotada y al mismo tiempo más dormida, y distraída con necesidades y bienes totalmente artificiales, mientras las élites del sistema amplían su beneficio.


España se postula como principal candidato de Europa para liderar la crisis, que no se quedará en desaceleración, sino que debido a las características de su crecimiento (un crecimiento frágil, basado en la especulación inmobiliaria de los últimos años – en un artículo del Diario Público de ayer se afirmaba que desde 1998, se han construido en España el doble de viviendas de las necesarias-), tendrá que afrontar un período de recesión, es decir, crecimiento negativo y pérdida de riqueza. Ya lo señalaba Le Monde Diplomatique hace unas semanas, al afirmar que en caso de que Estados Unidos caiga en una tendencia especialmente negativa, España sería el país de la Unión Europea que más lo notaría, dada la fragilidad y virtualidad de su crecimiento de los últimos años, que además no se ha visto acompañado de una fuerte inversión desde Madrid, para tratar de reducir esa fragilidad.
Y mientras tanto, en el telediario nos preocupamos de si Aguirre y Gallardón se saludan o se lían a mamporros...
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