El debate político gira estos días en torno a los partidos políticos. Pero no se habla ni del voto en blanco, eterno olvidado por los partidos (salvo por el Partido del Voto en Blanco), ni de la abstención, que queda proscrita como algo propio de individuos marginales, unos porque no les interesa la política (80% de los jóvenes), otros porque consideran que no sirve de nada votar, otros porque se oponen al sistema político y abogan por otra vía (anarquistas, antisistema, etc.) y otros muchos que son una mezcla de todos los anteriores.
Hay, por otro lado, teóricos que aprobando el sistema político parlamentario representativo, consideran necesario reflejar el porcentaje de abstención en el Parlamento. Es decir, si en unas elecciones se da un 30% de abstención, corresponde dejar vacío un 30% de los escaños del Parlamento. Si buscamos una explicación de esta teoría, encontraríamos la raíz en torno a la noción de soberanía. Bajo el supuesto de que un voto es igual a la soberanía de un individuo, en los sitemas políticos actuales de occidente, llamados democráticos, la soberanía es sólo ejercida cada X años (4 en nuestro país), por lo que se podría decir que los españoles sólo somos soberanos una vez cada cuatro años. Partiendo de esta base, el razonamiento sigue con la idea de que, una vez introducido el voto (nuestra soberanía) en la urna, no podremos volver a ser soberanos hasta la próxima legislatura. Pero, ¿y si no votamos? ¿Y si decidimos quedarnos nuestra soberanía? ¿No sería justo que si no entregamos esa soberanía nuestra al Parlamento, éste contara con una serie de escaños vacíos, como reflejo de que los representantes del pueblo no cuentan con el apoyo de todo el electorado? ¿No sería esta una buena manera de conseguir que los políticos se preocupen de una vez por todas por hacer más pequeña esa parte de la población que se abstiene, haciendo de verdad una política interesante para más personas, más cercana, etc., etc., etc?
Ya en Bélgica, país en el que es obligatorio el voto (bonita manera de prohibir la abstención), se creó un partido en las últimas elecciones (el partido NEEN!, es decir, ¡NO!) que lo que pretendía era mostrar legalmente el desencanto con las distintas opciones políticas. Dado que es obligado votar, al menos su objetivo sería dejar los escaños que consiga vacíos, como manera de simbolizar la abstención de la calle en el Parlamento. Como era de esperar, no tuevo de masiado éxito, pero todo se andará...
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