domingo, 30 de agosto de 2009

Sobre el "antifascismo" y los "antifascistas" de hoy en día


Es cierto que esta entrada nace de un sentimiento de frustración y enfado, pero no por ello considero que no haya algo de cierto en ella. El enfado del que hablo me surge cada vez que observo una pintada antifascista, del tipo "Carlos, nosotros no olvidamos", o escucho eslóganes supuestamente de izquierdas adornando gritos de jóvenes "antifascistas". El enfado no surge porque yo apoye el fascismo ni mucho menos, sino porque lo que me nace es una pulsión de ir mucho más allá en la protesta, y no dejarla en una banal pataleta que, como tal, resulta inútil y no hace más que un flaco favor a los movimientos de izquierda, restándoles sentido y haciendo que la gente, guiada por los medios de comunicación, vean a un grupo de vándalos tanto o más dañinos que los fascistas a los que combaten. El "antifascismo" ya no es sino un eslogan anacrónico, que no deriva de un análisis político real, sino de un sentimiento moralizador desconectado de cualquier realidad. El antifascismo:
  • No va a resolver los problemas cotidianos de las clases populares.
  • La denuncia de esa "amenaza fascista" imaginaria (entre otras cosas porque el verdadero fascismo reside en otros lugares más poderosos) permite desviar la atención y silenciar otros peligros, mucho más reales, que amenazan a la sociedad actual: la disolución del lazo social, la dominación planetaria por el capital, la mercantilización de las relaciones sociales, la impotencia política de Europa...
  • En todo caso el antifascismo lleva 20 años sirviendo de sustituto identitario a una izquierda preocupada por enmascarar su adhesión de hecho al Sistema y su no desarrollo de una alternativa al neoliberalismo. El antifascismo no es hoy más que un placebo ideológico para la izquierda, consecuencia de la simplificación atroz que se ha apoderado del análisis social y político en la actualidad (es mucho más sencillo salir a la calle a gritar "fascistas" que buscar problemas, culpables y soluciones concretos).

No olvidemos que la simplificación y su hija la simpleza son la ruina y la degradación del pensamiento y la acción revolucionaria.

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