domingo, 6 de junio de 2010

Al menos, tu voz.

Si no hay mucho que decir, al menos tu voz.

Léeme, siquiera un texto ya dicho.

Llama, aunque sea por error para preguntar equivocadamente.

Recita, canta o cuenta esa historia que es ya leyenda de vidas siempre por vivir. Pero dame tu voz, que es poético decir que no necesita remitir a contenido alguno.

La voz es ya en sí misma un sentido singular. Déjame dormir en ella. Y, cuando sea preciso, fallecer al arrullo de su despedida.


Ángel Gabilondo, Ministro de Educación de España
Extraído de la obra "Alguien con quien hablar".