Jesse – Pero has dicho que necesitas amar y ser amada, ¿no?
Celine – Si, pero cuando eso me ocurre ¡me siento acorralada! ¡Soy un desastre! Sólo cuando estoy sola soy plenamente feliz. Incluso estar sola es mejor que sentarse al lado de un amante y sentirse sola. No me resulta nada fácil ser romántica, sólo al comienzo. Pero cuando ya me han fastidiado unas cuantas veces olvido todas mis ilusiones y acabo aceptando lo que la vida me da. Y tampoco es verdad, tampoco me han fastidiado, pero he tenido muchas relaciones blandengues… no eran malas personas, me querían, pero no había conexión o pasión… al menos no por mi parte.
J – Joder, lo siento. ¿Tan mal te ha ido? No tanto, ¿verdad?
C - Mi vida amorosa va tan mal… y mi relación de pareja. Me comporto como… en fin, me muestro distante, pero me estoy muriendo por dentro. Me muero porque estoy entumecida. No siento lástima ni alteraciones… ni siquiera estoy amargada, estoy…
J – ¿Crees que sólo tú te mueres por dentro?
C - (Silencio)
J – Mi vida está completamente hundida. […] Yo no quiero ser una de esas personas que se divorcian a los 52, que rompen a llorar admitiendo que jamás han querido de verdad a su cónyuge y que sienten que su vida ha sido absorbida por un aspirador doméstico.[…] Por suerte… todavía tengo mis sueños.
C- ¿Qué sueños?
J- A menudo sueño por ejemplo que… estoy en el andén de una estación. Y tú pasas y pasas en un tren. Y pasas, y pasas, y pasas, y pasas… y me despierto bañado en sudor, ¿sabes? Y luego tengo otro sueño en el que tú estás acostada y embarazada a mi lado , desnuda… y yo me muero por tocarte pero tú me pides que no lo haga. Y entonces apartas la mirada y yo toco de todos modos. Te acaricio el tobillo y tienes la piel tan suave que me despierto sollozando, ¿entiendes? ¡Y encuentro a mi mujer sentada a mi lado mirándome y siento que estoy a un millón de quilómetros de ella y sé que algo va mal… que no… ¡Dios!, que no puedo seguir viviendo así, que el amor es algo más que un compromiso… pero, pero entonces pienso si no habré renunciado a la búsqueda del auténtico amor porque perdí la esperanza el día que desapareciste en Praga. Yo que sé, puede que me diera por vencido.