martes, 13 de noviembre de 2007

¿Por qué callamos?

Al margen de que tanto Chávez como Juan Carlos I deberían haberse quedado callados (sus razones tenían para hablar cada uno, aunque la forma no fue la correcta por ninguna de las dos partes), a mí se me ocurre otra pregunta de cara al disfrute de las próximas vacaciones navideñas:

¿Por qué no se calla el Rey en Navidad?

Sería bueno que un año de estos, el mensaje navideño del Rey se realizara al viejo estilo del cine mudo, con un monarca serio e inmóvil mirando en silencio a la cámara durante los 5 minutos que suele durar la tradicional retransmisión.


Tal silencioso momento, nos permitiría a los telespectadores sumirnos en un productivo y conveniente estruendo de pensamientos internos acerca de qué nos sugiere ese ser humano mirándonos impasible a los ojos; podríamos obviar y olvidar quién es, lo que representa, su legitimidad abstracta, el cumplimiento mejor o peor de sus funciones... y comprobar que, despojado de su guión y de sus símbolos y maneras "reales", es (sólo) una persona como cualquier otra, sin sangra azul, pero que por motivos irracionales ("racionales" o interesados para algunos), es revestido de una supuesta honorabilidad que acalla cuestiones tan sencillas como el por qué de la no posibilidad de elección de su cargo, el por qué de sus múltiples fiestas y banquetes, de sus vacaciones skiando, navegando o cazando osos borrachos, del crecimiento escandaloso de su familia por cuenta de la sociedad española, de sus negocios petrolíferos con familias saudíes...

Razones tiene para callar el Jefe del Estado español. Es hora de que hablemos todos los demás.

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