María Toledano
Estamos asistiendo al final de las organizaciones de izquierda revolucionaria, anticapitalista. Las horas caen del reloj (relojes, en sentido metafórico, sin segundero) y las manecillas se clavan en los recuerdos, en los páramos donde nunca amanece mientras los muertos, en las cunetas, juegan al tute. La brillante novela/ensayo Museo de la Revolución de Martín Kohan da cuenta de ello hablando, al revés, del instante y la aceleración. Al fondo, amontonados en alguna escombrera, tratando de levantar la cabeza del barro, los jóvenes antisistema, antiglobalización, alzan la voz desordenada y su música sincopada. Quizá en ellos esté la nueva respuesta. En ellos y en los miles de desheredados que corren por las acequias en busca de su tiempo perdido, un modelo alejado del presente descoyuntado que inspira tanto violento anuncio de detergentes, hipotecas y amores fugaces. Zombis en la izquierda y beatos, más vivos que nunca, en la derecha. La guerra, extendida al mundo, sigue, persevera en su ser, en su naturaleza delictiva y criminal.
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www.rebelion.org/noticia.php?id=58926
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