Abrace, pues, el gobernante esta causa con el ardor y la esperanza con que se abrazan las causas justas, a fin de que bajo su gobierno, la patria se ennoblezca, y bajo sus auspicios se realice la aspiración de Petrarca:
Finalmente, la virtud tomará las armas contra el atropello; el combate será breve, pues en los corazones itálicos, a pesar de todo, el antiguo valor no está muerto todavía.
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe,
último párrafo del último capítulo
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