lunes, 14 de marzo de 2011

Juan Carlos I. El último Borbón

[ACTUALIZADO MARZO 2011]

En vista de los numerosos comentarios recibidos por esta entrada, publicada hace aproximadamente dos años, he considerado conveniente actualizarla con un vídeo -al final- que, cuando menos, resulta aclaratorio. En él se relatan los hechos acaecidos en la segunda mitad del año 1975 en torno a la cuestión del Sáhara Occidental, entonces colonia española. Razones hay para no ser Juan Carlista - si es que eso se puede ser, lo que podría discutirse en otro post - ni monárquico.

Marzo 2008
Hace poco se ha publicado en España un libro titulado "Juan Carlos I. El último Borbón", cuyo autor es Amadeo Martínez Inglés. En la obra se habla sobre uno de los temas tabú de la llamada democracia española, la monarquía, arrojando luz sobre sus numerosos asuntos oscuros, tales como la misteriosa muerte del hermano de Juan Carlos I, o la verdadera participación de éste en el famoso 23-F.
  • A continuación reproduzco la reseña del libro:

Ningún hecho político trascendente ha tenido lugar en este país, durante los últimos treinta años, que no fuera previamente autorizado o decidido por el rey Juan Carlos I. La defenestración de Arias Navarro, el nombramiento de Adolfo Suárez, las conversaciones con Santiago Carrillo, la legalización del PCE, la dimisión del primer presidente de la democracia, el 23-F, el Juicio de Campamento, los GAL, las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior, el apoyo logístico a la Primera Guerra del Golfo, los nombramientos de la mayoría de los ministros y de todos los de Defensa, las conversaciones con ETA... etc., etc., son quizá los más importantes, pero no los únicos, en los que el inefable inquilino de La Zarzuela ha intervenido directamente haciendo valer una autoridad y un poder personal que en absoluto contempla la Constitución.Podríamos decir por lo tanto, sin exageración alguna, que el 22 de noviembre de 1975 una nueva dictadura más sutil, de rostro más amable, enmascarada en una formas democráticas aceptables para Europa y la comunidad internacional pero quizá más perversa y engañosa por actuar en la clandestinidad de palacios y altos despachos, sucedió a la anterior del yugo y las flechas. Apoyada en el propio Ejército franquista (que actuaría a partir de entonces de sólido valladar ante las aspiraciones de los políticos verdaderamente demócratas), en los todopoderosos servicios de Inteligencia de las FAS (que transformarían al heredero de Franco en el hombre mejor informado del país) y también en el pánico cerval del pueblo español a tener que enfrentar una nueva guerra civil.Esta dictadura en la sombra por parte del monarca español ha durado hasta nuestros días, si bien en los últimos años (prácticamente desde la salida de la Casa Real del general Sabino Fernández Campo) ha decaído ostensiblemente, al compás del deterioro físico y mental (claramente perceptibles) de su titular.Esto ha sido así, históricamente, aunque muchos ciudadanos españoles no hayan sido capaces de percibirlo. No obstante, si a alguno de ellos (está en su derecho) le parecieran claramente exageradas o fuera de lugar mis afirmaciones, la lectura de este libro les sacará de dudas.

  • Aquí teneis otro curioso fragmento de la obra:

Carlos IV contrajo matrimonio con su prima hermana María Luisa de Parma. Mientras el rey de España se entretenía en sus cacerías y descuidaba el trono y las responsabilidades que éste conlleva, su esposa se divertía con unos y con otros, hasta que en la vida de la reina se cruzó Manuel Godoy, por quien perdió la cabeza.

Bajo el amparo de la reina, la carrera de Godoy inició un ascenso meteórico. En 1.789 pasa de ser cadete supernumerario a coronel de caballería. Dos años después llega de mariscal de campo a teniente general y secretario de estado. En 1.793 se ha convertido en capitán general y con 25 años, el joven Godoy es el jefe del gobierno español.

Al pueblo llano no se le escapaban los tejemanejes de palacio y en una pancarta colgada en la Puerta del Sol madrileña se quejaba así: "Ni rey chocho ni reina liviana". Francisco de Goya pintó un retrato de la familia real sumamente revelador para aquellos que gusten del juego de las semejanzas: adivine cuál de los infantes es hijo del rey. Lady Holland, esposa del embajador británico en la corte de Madrid, comentó que le llamaba la atención "el indecente parecido de los infantes Francisco y María Luisa con el favorito". Pero la prueba definitiva la aporta la mismísima reina. María Luisa de Parma había admitido ante su confesor, fray Juan de Almaráz: "Ninguno de mis hijos lo es de Carlos IV y, por consiguiente, la dinastía de Borbón se ha extinguido en España". Si ella lo confesó, ¿quiénes somos nosotros para llevarle la contraria?
Si quereis consultar un poco más, encontrareis un archivo Pdf aquí, que contiene las primeras 20 páginas del libro.

[ACTUALIZACIÓN MARZO 2011]

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Citar al bueno deMartínez Inglés es como utilizar la autoridad de Leonardo Dantés o Tony Genil, A esperpentp pocos le ganan...¿No te da vergüenza llamarte politólogo y decir toda esa sarta de gilipolleces? Lo que dices sobre la Monarquía es casposo y carpetovetónico... Se puede no creer en la Monarquía, pero que un estudiante de política crea en la república me parece increíble hoy en día. O no eres muy listo y/o eres alumno de Verstrynge, otro esperpento tipo Falete...

Cranko dijo...

Bueno, ante todo un poquito de respeto, "anonimo". Por lo demás, cuando me dés algún argumento podremos empezar a discutir sobre las bondades y defectos de nuestra jefatura del Estado y los de la personalidad que hay al frente de ella en estos momentos. Mientras tanto, te recomiento que sigas escarbando en las escasas entradas que hay en este blog sobre el monarca y su institución, seguro que te gustan.

Saludos, y gracias por comentar.

Anónimo dijo...

Ese pobre idiota se ha creído un cuento y lo ha transformado en relato histórico, eso sí, de muy pobre calidad literaria. Fray Juna de Almaraz no existió, o mejor dicho, existió pero en el siglo XVII. Lo demás es un cuento publicado en 1934 por un tal Fernando Gil Mariscal, tío de Antonio Hernández Gil, por cierto. Utiliza el nombre de Almaraz, pero supongo que no esperaba ser creído. Naturalmente, se ha falsificado un expediente sobre el tema, pero no hay que ser muy listo para detectar la superchería. Aparte de temas paleográficos, ¿Alguien se cree que un cura ha de desvelar un secreto de confesión? Si alguien aún se lo traga, que tenga en cuenta que en 1819 existía la Inquisición, Martínez Inglés siempre ha sido un pobre hombre.