Hay quienes luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
martes, 30 de noviembre de 2010
La TV es el Dios de nuestra época.
lunes, 29 de noviembre de 2010
El buscador.
Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco esa alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?.
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fu lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿ Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?…¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? …, ¿y el casamiento de los amigos…?, ¿y el viaje más deseado…?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.
Jorge Bucay
domingo, 28 de noviembre de 2010
Cuidado con los recuerdos.
Llego a Madrid a las ocho de la mañana. Me voy a quedar apenas algunas horas, no tiene sentido telefonear a los amigos o arreglar algún encuentro. Resuelvo caminar solo por lugares que me gustan y termino fumando un cigarrillo en un banco del parque Retiro.
-Usted parece que no está aquí –me dijo un anciano, sentándose a mi lado.
-Estoy aquí –respondo. –Sólo que doce años atrás, en 1986. Sentado en este mismo banco con un amigo pintor, Anastasio Ranchal. Los dos estamos mirando a mi mujer, Christina, que bebió más de la cuenta y hace como que baila flamenco.
-Aproveche –dijo el anciano. –Pero no se olvide de que el recuerdo es como la sal: en la cantidad adecuada le da sabor a la comida; pero si se exagera, estropea el alimento. Quien vive demasiado en el pasado, gasta su presente en recordar.
Paulo Coelho
sábado, 27 de noviembre de 2010
Palabras.
Hace unos 15 millones de años, según dicen los entendidos, un huevo incandescente estalló en medio de la nada y dió nacimiento a los cielos y a las estrellas y a los mundos.
Hace unos 4 mil o 4 mil 500 millones de años, años mas años menos, la primera célula bebió el caldo del mar, y le gustó, y se duplicó para tener a quien convidar el trago.
Hace unos dos millones de años, la mujer y el hombre, casi monos, se irguieron sobre sus patas y alzaron los brazos y se entraron, y por primera vez tuvieron la alegría y el pánico de verse, cara a cara, mientras estaban en eso.
Hace unos 450 mil años, la mujer y el hombre frotaron dos piedras y encendieron el primer fuego, que los ayudo a defenderse del invierno.
Hace unos 300 mil años, la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras y creyeron que podían entenderse.
Y en eso estamos, todavía: queriendo ser dos, muertos de miedo, muertos de frío, buscando palabras....
Eduardo Galeano
viernes, 26 de noviembre de 2010
Buscándonos.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Objetivo: los inversores.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Mejor que nunca.
Habla Warren Buffett, la tercera mayor fortuna del planeta: “Los ricos deberíamos pagar más impuestos”. “Nos va mejor que nunca”,admite en una reciente entrevista el mismo inversor multimillonario que denunció, hace unos años, que su secretaria pagaba, proporcionalmente, más impuestos que él.
Buffett habla de Estados Unidos pero su mensaje es exportable. A España, sin ir más lejos, donde el Impuesto de Sociedades está hoy más bajo que nunca, se ha eliminado el Impuesto de Sucesiones y las grandes fortunas siempre pueden contar con las SICAVs; donde los inspectores de Hacienda denuncian, desde hace años, que los pequeños y medianos empresarios declaran de media menos ingresos que los trabajadores o los pensionistas. A Europa, donde la desigualdad económica ha crecido casi con la misma fuerza con la que hoy se recortan los derechos sociales. A Irlanda, ese ejemplo liberal, donde los ciudadanos tendrán que pagar durante años las pérdidas de inversores privados: de bancos ingleses, franceses y alemanes; unos países que, para mayor sarcasmo, también se lucrarán del salvamento de su propio sistema financiero con unos préstamos que Irlanda devolverá con intereses. La gran banca es así: capaz de hacer negocio incluso de su propio rescate.
Escucho a Eric Cantona, el futbolista, que habla de la revolución: “No creo que podamos ser felices con semejante miseria a nuestro alrededor”. Cantona propone retirar el dinero del banco a modo de protesta. Decenas de miles de personas respaldan su plan en las redes sociales. Es sólo un primer síntoma, tal vez pueril, de una tendencia más grave. El sistema financiero está logrando lo imposible: que hasta los futbolistas y los multimillonarios se vuelvan antisistema.
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Respecto a lo de Cantona, añado:
Su llamada a la revolución resulta un ejemplo pueril, básico, primario y quizás incluso frívolo, pero un ejemplo sintomático del cabreo de la peña.
Me parece preocupante que un futbolista tenga que salir, convertido en líder revolucionario ante la flagrante carencia de líderes no ya políticos sino morales, a llamar a combatir a los bancos el próximo 7 de diciembre. Un error muy peligroso estamos cometiendo todos (los políticos, pero también cada uno de los individuos que formamos parte de la sociedad) si permitimos, o incluso aplaudimos, el surgimiento y legitimación como sujetos políticos de gente como Cantona, Belén Esteban, etc., que tan sólo hacen uso ventajista de su condición de símbolos sociales para lanzar proclamas populistas en situaciones de tensión social.
Obviamente, no estoy defendiendo una posición elitista que acalle la voz del pueblo, sólo que al ver a gente así decir lo que todos queremos oir, o al menos quejarse en nuestro nombre echándole el valor que deberían tener otros, se me ocurre la preocupante cuestión:
¿Pero entonces, para qué queremos a los políticos?
martes, 23 de noviembre de 2010
Yes we can.
lunes, 22 de noviembre de 2010
Pensando en tí.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Esta mañana respiré aire limpio en la ciudad.
Cantona: el futbolista reconvertido a revolucionario.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Treinta y cinco años sin Franco
Julián Casanova
EL PAÍS
A las diez de la mañana del 20 de noviembre de 1975, unas horas después de que se anunciara oficialmente su muerte, Carlos Arias Navarro leyó en público el testamento político de Francisco Franco, un "hijo fiel de la Iglesia" que solo había tenido por enemigos a "aquellos que lo fueron de España".
El domingo 23, en el funeral de Estado, Marcelo González Martín, cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, recordó el deber de conservar "la civilización cristiana, a la que quiso servir Franco, y sin la cual la libertad es una quimera". Esa misma tarde, una losa de granito de 1.500 kilos cubrió la fosa abierta para el caudillo en la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, junto a la tumba de José Antonio Primo de Rivera. Bendecido por la Iglesia católica, sacralizado, rodeado de una aureola heroico-mesiánica que le equiparaba a los santos más grandes de la historia. Así murió Franco.
Su legado y el de la larga dictadura que presidió no es fácil resumirlo y es objeto de debate entre historiadores y de encontradas opiniones entre la ciudadanía.
Franco buscó y consiguió la aniquilación de sus enemigos que, si eran solo los de España, fueron en verdad muchos. Gobernó con el terror y la represión, pero también tuvo un importante apoyo social, muy activo por parte de las numerosas personas que se beneficiaron de su victoria en la Guerra Civil y más pasivo de quienes cayeron en la apatía por el miedo o de quienes le agradecieron la mejora del nivel de vida durante sus últimos 15 años en el poder.
Cuando murió, su dictadura se desmoronaba. La desbandada de los llamados reformistas o "aperturistas" en busca de una nueva identidad política era ya general. Muchos franquistas de siempre, poderosos o no, se convirtieron de la noche a la mañana en demócratas de toda la vida.
La mayoría de las encuestas realizadas en los últimos años de la dictadura mostraban un creciente apoyo a la democracia, aunque nada iba a ser fácil después de la dosis de autoritarismo que había impregnado la sociedad española durante tanto tiempo.
Tras una compleja Transición, sembrada de conflictos y de obstáculos, la democracia cambió el lugar de España en Europa, con su total integración en ella, uno de los sueños de las élites intelectuales españolas desde finales del siglo XIX.
El reto de los españoles del siglo XXI ya no consiste en crear una democracia plena con igualdad de derechos y libertades, caballo de batalla, a veces sangriento, de algunas de las generaciones que nos precedieron, sino en seguir cambiando para mejorarla y reforzar la sociedad civil y la participación ciudadana.
Treinta y cinco años después de la muerte del último dictador de nuestra historia, la sociedad española ha podido dejar atrás algunos de los problemas fundamentales que más le habían preocupado en el pasado. Pero desde su tumba, Franco parece mostrar todavía el camino a seguir en otros no menos importantes.
El Valle de los Caídos fue suyo en vida y continúa siéndolo tras su muerte, incapaces los Gobiernos democráticos de establecer una política coherente de gestión pública de esa historia. Las miradas libres a ese pasado traumático y la reparación política, jurídica y moral de las víctimas de la violencia franquista generan el rechazo y el bloqueo de poderosos grupos bien afincados en la judicatura, en la política y en los medios de comunicación.
Y la jerarquía de la Iglesia católica, que ha logrado preservar con creces en la democracia la privilegiada situación que el franquismo le donó, protege con uñas y dientes sus finanzas y sus derechos adquiridos en la educación y discute, con el apoyo enérgico del Vaticano, cada palmo de territorio que el Estado quiere conquistar en el orden moral. Treinta y cinco años sin Franco y no tenemos una ley de libertad religiosa adaptada a la actual sociedad democrática plural y culturalmente diversa.
Asentada la democracia, debemos recordar el pasado para aprender. Miles de familias están esperando que el Estado ponga los medios para recuperar a sus seres queridos, asesinados, escondidos debajo de la tierra, sin juicios ni pruebas, para que no quedara ni rastro de ellos. Es necesario dar a conocer la relación de víctimas de la violencia franquista durante la guerra y la posguerra, ofrecer la información sobre el lugar en el que fueron ejecutadas y las fosas en las que fueron enterradas.
Y frente a esas historias todavía por descubrir, no puede dejarse de lado, abandonar o destruir, la memoria de los vencedores. Sus lugares de memoria son la mejor prueba del peso real que la unión entre la religión y el patriotismo tuvo en la dictadura.
No es posible renunciar al objetivo de saber, a que coexistan memorias y tradiciones diferentes. Pero para eso, antes, hay que remover los obstáculos que impiden rescatar de las cunetas y de las fosas perdidas a las víctimas de tanta tortura y asesinato. Treinta y cinco años después de la muerte de su principal responsable.
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.
jueves, 18 de noviembre de 2010
Tarjetas rojas y rendición de cuentas de los políticos.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Adiós al sur de Europa.
José Ignacio Torreblanca
El País
Que China está en auge es un hecho sabido. En el año 2000, China era la sexta economía del mundo. Diez años después, ya es la segunda. Y de seguir así las cosas, en 2050 asumirá el liderazgo como primera economía mundial. A largo plazo, los efectos para Europa de este desplazamiento de poder serán profundísimos: si hoy hay siete países europeos entre las 20 economías más grandes del mundo, esta cifra se va a ir reduciendo progresivamente hasta que en torno a 2050 solo queden cuatro, y ninguno de ellos estará entre los cinco primeros.
Para el sur de Europa los efectos son evidentes sin necesidad de acudir al largo plazo. Alemania no solo exporta ya más a China que a España sino que el potencial de crecimiento de esa relación comercial es prácticamente ilimitado en comparación al atractivo que ofrece el mercado español. Por ello, cada vez más, y especialmente como consecuencia de la actual crisis financiera y de deuda, Alemania percibe al sur de Europa como una rémora, y no, como hizo en el pasado, como un aliado estratégico.
La indiferencia hacia el sur de Europa con la que Alemania está gestionando la revisión del Tratado de Lisboa lo dice todo respecto a cuáles son las prioridades de Berlín estos días. El alza registrada por las primas de riesgo de Irlanda y Portugal, también de España y Grecia, prueba que estamos ante un círculo vicioso que se estrecha progresivamente hasta estrangular al sur de Europa: Alemania promueve una discusión sobre un mecanismo de reestructuración de deuda que, lejos de ser un ejercicio teórico o institucional, se acaba convirtiendo, debido al nerviosismo que desata en los mercados financieros, no solo en un factor que justifica la puesta en marcha de ese mecanismo, sino en un elemento más que, a sus ojos, prueba la debilidad del sur de Europa. En definitiva, una profecía autocumplida.
Como consecuencia de la crisis, el sur de Europa no solo despierta cada vez menos el interés de Alemania, sino que, inversamente, sus debilidades llaman cada vez más la atención de China. El compromiso adquirido en Lisboa por el presidente chino, Hu Jintao, de comprar deuda portuguesa para ayudar a un “amigo en dificultades”, sumado a las recientes adquisiciones chinas de deuda española y griega, dejan entrever algo bastante preocupante: que después de haber comprado las materias primas de África a golpe de talonario, los líderes chinos se han fijado un nuevo objetivo en Europa, y se están aproximando a ella por su periferia más débil.
Curiosamente, sin embargo, la crítica recurrente que se hace sobre la deliberada ausencia de condicionalidad política en la estrategia africana de Pekín no puede hacerse en el caso de Europa. Más bien al contrario, si en el continente africano China obvia las cuestiones relacionadas con la democracia y los derechos humanos, en Europa su sensibilidad es exactamente la contraria ya que utiliza sin rubor las palancas de la deuda y la inversión para obtener todo tipo de concesiones políticas, especialmente en materia de derechos humanos. Prueba de ello es la confianza que el Gobierno ha depositado en su petición pública, más bien conminación, a los embajadores europeos en Oslo para que no acudan a la ceremonia de concesión del Premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo. Pekín cruza aquí una evidente línea roja al coaccionar a los europeos de forma tan pública como descarada. Cierto que, hasta ahora, la estrategia de Pekín de sobre reaccionar agresivamente en todo lo relacionado con su soberanía ha funcionado satisfactoriamente.
Víctima del éxito de sus intimidaciones, Pekín no se da cuenta, sin embargo, de que está exponiendo de forma tan flagrante sus inseguridades y debilidades que, en algún momento, los demás van a aprender a explotarlas. Es difícil que Alemania y Reino Unido, con una diplomacia más acostumbrada a las fricciones en materia de derechos humanos, se dobleguen ante las presiones chinas. Pero para los europeos del Sur las cosas son más difíciles, pues juegan entre la supervivencia a corto plazo y la irrelevancia en el largo plazo. Alarmado ante la visión de un Sarkozy que en dos semanas ha dado dos importantes golpes de timón (con Londres en materia de defensa y con Berlín en lo relativo a la gobernanza del euro), en ambos casos sin contar con el sur de Europa, el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, ha sugerido crear un directorio o G-6 europeo que agrupara a los seis grandes de la UE. Sin embargo, París, Londres y Berlín ni siquiera han respondido, tan centrados como están en ocuparse de sus propios intereses globales. El sur de Europa debe ponerse a pensar, ya.
martes, 16 de noviembre de 2010
El valor de tomar un edificio.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Llaves
Almudena Grandes
EL PAÍS 15/11/2010
España es el país de las llaves perdidas. En 1492, los judíos abandonaron Sefarad llevándose las llaves de sus casas, que siguen colgadas hoy en las paredes de hogares de medio mundo. Los moriscos multiplicaron después el número de llaves de Al Andalus, símbolos de amor, y de nostalgia, que no volverían a encajar nunca en cerradura alguna. En los años setenta del siglo pasado, regresaron otras muchas llaves, preciosas e inútiles, en manos de los hijos, los nietos de los republicanos que se las llevaron consigo al exilio. Entonces, los saharauis, abandonados por un Estado que tenía la obligación de defenderlos, cerraron sus casas.
Ellos también han conservado las llaves en su largo y tristísimo exilio argelino. Hasta si no hubieran aprendido a recitar a Lope y a Quevedo en la escuela, si aquí no recordáramos perfectamente a los procuradores por el Sáhara Occidental que se sentaban en las Cortes de Franco, ellas bastarían para establecer la tradición a la que pertenecen. El Derecho Internacional, esa goma elástica que se contrae y se dilata al capricho de los poderosos, ampararía incluso que, como ciudadanos de una colonia cuyo destino no se ha resuelto aún de acuerdo con las recomendaciones de la ONU, los saharauis pudieran seguir considerándose españoles.
En los campamentos de Tinduf, esas llaves nos llaman por nuestro nombre, y nos cubren de vergüenza. Más allá de la injusticia, de la intolerable agresividad marroquí, de sus políticas de segregación y de los intereses económicos que puedan estar en juego, pesa el sonrojo, la abrumadora carga de una culpabilidad objetiva que la diplomacia española pretende resolver mirando amablemente hacia otro lado. Cada vez que veo la sonrisa congelada de la ministra de Exteriores, me pregunto cómo puede seguir teniendo la cara en su sitio, y todavía no he encontrado ninguna respuesta.