En los últimos tiempos parece claro que la derecha española está tratando de reencontrar un relato ganador. Ante el paso adelante que escenificó el gobierno con la reestructuración de gabinete de hace unas semanas, el Partido Popular se ha visto obligado a abandonar su actitud de "laissez faire" en virtud de la cual parecía situarse a la espera de que el cadáver de su rival pasara por delante de sus narices en las elecciones de 2012. Quizás con más lentitud de la deseada por los suyos, pero acuciados por la necesidad de reaccionar de algún modo, desde la derecha mediática han recurrido al relato que más éxito había tenido en la legislatura anterior: la crítica de la política antiterrorista del gobierno.
La falta de un relato por parte del partido popular, y concretamente de su líder Mariano Rajoy, es flagrante a día de hoy. Durante los últimos 2 años, la actividad del Partido Popular se ha limitado a dejar hacer al gobierno, convencidos de que la crisis haría el trabajo sucio por ellos y los llevaría al poder sin apenas despeinarse. Sin embargo, el golpe de efecto del presidente Zapatero hace apenas 3 semanas los ha obligado a despertarse de su letargo. Prueba de ello es el hecho de que, según los primeros sondeos posteriores al cambio en el ejecutivo (hoy domingo hay una noticia que recoge esto en EL PAÍS), el PSOE habría recortado hasta en 5 puntos la diferencia que le distanciaba en intención de voto con respecto al PP. Así las cosas, y demostrando una vez más que la creatividad y originalidad no es capital de la derecha, y mucho menos del Partido Popular, lo que han hecho los conservadores ha sido mirar hacia atrás y buscar en el baúl de los recuerdos aquél último estilete con el que lograron aunar esfuerzos para atacar al gobierno con éxito. Y han encontrado la lucha contra el terrorismo. Nos puede gustar más o menos - a mí personalmente me parece vergonzoso y no deja de apenarme el hecho de que la derecha en España tenga tan escaso sentido de Estado y base sus éxitos electorales en el ataque sistemático, en la lucha a todo o nada, en lugar de en la búsqueda del convencimiento por la propuesta de un modelo coherente y sólido que vaya más allá de una nebulosa de valores típicamente conservadores (rigidez, "solvencia" económica, fuerza, seguridad, nación española) sin especificar en cosas concretas un programa de actuación -como señalaba Ignacio Escolar esta semana, o bien el PP no tiene programa o, al estilo del Premier británico David Cameron, prefiere ocultarlo hasta llegar al poder porque de hacerlo público no gustaría a nadie.
Así están las cosas: en primer lugar tenemos un gobierno que ha actuado tarde, pero ha actuado. Bien o mal el tiempo lo dirá, pero de momento la campaña mediática lleva 2 semanas remando a su favor, lo que demuestra que el aparato de partido del PSOE sigue siendo uno de los más potentes y eficaces de Europa. Otra cosa es que desde el punto de vista de la ciencia política nos parezca más o menos vergonzoso que con un mero cambio de peones y un discurso basado en la consigna simplista de que "este gobierno tiene que explicarse mejor" se pretenda ocultar el hecho de que este gobierno se ha equivocado y debe cambiar de rumbo haciendo caso a su base social progresista y de izquierdas. Para implementar políticas de derechas ya tenemos otros partidos que lo harán, seguro, mejor (véase en este mismo blog el artículo de Isaac Rosa Políticas de derecha: no acepte imitaciones).
En segundo lugar tenemos una oposición que goza hoy día de cierta ventaja electoral, pero que para su desgracia ésta obedece más a carencias del actual gobierno que a una propuesta propia. Por eso ahora, cuando parece que el gobierno trata de retomar el timón, se ven obligados a mover ficha y no saben hacia dónde. Por eso su primer impulso y el de toda la derecha mediática ha sido la de mirar hacia el pasado, a su último relato de éxito: la supuesta debilidad del gobierno socialista frente a los terroristas. El primer ejemplo práctico de ello ha sido la manifestación de la asociación Voces contra el Terrorismo que ha tenido lugar este fin de semana en Madrid, que por suerte ha tenido poco éxito. Y es que no vale utilizar siempre la misma herramienta por mucho que haya funcionado en el pasado; cada relato tiene su recorrido, y en este caso el arma del antiterrorismo parece más quemada que otra cosa.
En el teatrillo en que se ha convertido nuestro sistema político (y la mayoría de las democracias representativas occidentales), parece evidente que la fuerza de un relato político, en el que se asienta necesariamente cualquier candidato, se mide en base a las emociones que genere, más allá de los argumentos objetivos que propugne. No hay más que mirar los discursos políticos más exitosos del último siglo para darse cuenta de que los más recordados son aquellos que se graban en la memoria a base de emociones (los discursos de Hitler eran la escenificación pura de una emoción, la de la humillación alemana tras la Primera Guerra Mundial). Por eso el PP no tiene a día de hoy fuerza suficiente para imponerse al PSOE si éste pone en marcha su maquinaria para fabricar emociones positivas (acordémonos del spot de la alegría, de 2008 -para la ciencia política, resulta vergonzante que una elección se decida por elementos así, pero desde el punto de vista de la comunicación y del márketing político, se trató de una gran herramienta en la que se conjugaron emociones positivas -la alegría-, la música y diversos mensajes, simples pero efectivos, para movilizar al electorado socialista). Bien mirado, no le queda otra al PSOE, puesto que el índice de movilización del electorado socialista es muchísimo más variable que el de los conservadores (en los últimos 20 años, el primero oscila entre los 7'5 millones de votos y los 11'3, frente a una oscilación de 10 a 10'7 en el electorado popular en el mismo periodo).
Se mira hacia atrás, pero se sueña hacia adelante, y en ese sentido parece claro que la batalla parece inclinarse a favor del PSOE cuando se trata de crear un relato movilizador. No está claro que Zapatero vaya a ser el candidato socialista en las próximas elecciones (desde aquí se apuesta a que no será así), pero sí está claro que el PSOE, a día de hoy, tiene un potencial muchísimo mayor para generar expectativas de voto en comparación con el PP. De ese potencial para movilizar a su propio electorado, tan decepcionado pasada la primera mitad de la legislatura, dependerá su triunfo o su derrota en las elecciones legislativas de 2012. Para ello necesitará elaborar un relato triunfador que permita reunir más de 10 millones y medio de votos, como aquél que llevó a Zapatero a la Moncloa en 2004. Será una tarea complicada, pero cuenta al menos con un ejecutivo remozado en su faceta comunicadora. El PP ya sabemos que no tiene tanta prisa, pues tiene su porcentaje de votos prácticamente asegurado. El combate comienza ahora, el primer asalto el 28 de noviembre en Cataluña. Veremos quién se hace con el relato ganador.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. El laicismo agresivo del gobierno asusta ahora al Papa. Sin embargo, a su predecesor no se le caía la cara de vergüenza evitando castigar a Aznar por su participación en la guerra de Irak.
Ejercicio de memoria y reflexión para domingos por la tarde: "Caza a la espía"
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