Hay quienes luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
No estoy de acuerdo en muchas de sus decisiones, pero en todo caso, en la batalla política del día a día, es de ley reconocer que era uno de los nuestros.
Érase un hombre a un cigarrillo pegado, por Juan Carlos Monedero.
Santiago Carrillo ha muerto. ¿Qué Carrillo?
Nunca ha existido “un” Carrillo. Han existido tantos como personas se le cruzaron en cada uno de los momentos en los que estuvo presente. Cada cual va a su encuentro caminando por el ángulo que le resulta más cómodo. Para algunos llevaba muerto mucho tiempo. Para otros –más acertados- Carrillo no se va a morir nunca. Su cigarrillo va a humear la memoria particular de mucha gente durante mucho tiempo. Una memoria en blanco y negro. Los buenos documentales de Carrillo siempre regresaban a los tiempos en los que el color no había llegado a las pantallas.
Un monstruo sin escrúpulos y un elfo vestido de libertador con gafas de pasta; un arrojado clandestino con peluca y gabardina y un hombre a un cigarrillo pegado capaz de echarse un pitillo con el enemigo; un diablo rojo y con tridente de Stalingrado y un santo ungido con los óleos de la Inmaculada Transición. Honra a los diputados del PP que no se han levantado en la ovación que le ha brindado el Parlamento: ayuda a que nadie olvide quiénes son, especialmente ahora que se oyen voces que aúllan el encuentro, la concordia y el consenso para asumir, todos a una, el rescate y sus recortes. Los mismos diputados que se pusieron en pie cuando aprobaron la participación de España en la guerra de Irak, ahora, sentados. Los que gritan a los parados “que se jodan”. Los de la red Gürtel y los políticos sin sueldo para que vuelvan a las Cortes los Don Cayetano y Don Gabino de cuando la noche franquista. De la noche de Franco, ese que odiaba a muerte a Carrillo. El Carrillo que se hizo rojo defendiendo con la vida la República. Ángulo afilado.
Carrillo se reía de su muerte y también de la memoria que de él tendrían los españoles. ¿Cómo no se iba a reír de los que permanecieron sentados mientras la “casa de la democracia” le aplaudía? Esa casa asustada el 23F, asustada cuando el pueblo le dice cómo quiere que legislen, asustada porque nuevos republicanos quieren rodearla el 25S. ¡Todos al suelo! Bien han hecho los diputados de la extinta Alianza Popular quedándose sentado en sus sillones de madera de pino. Algunos tienen esa relación peculiar con las cosas del dios que tantas cosas les perdona. Carrillo nunca creyó en dios. Ni cuando estaba ya agazapado para darle un susto al creador en su reino. Diputados populares sentados ante la muerte de alguien a quien trataron y conocieron. Pensaba que eso estaba reservado a los que no creemos. Pero ellos…Su dios y sus jerarquías siempre autorizaron matar a Carrillo y lo que significaba. Compasión nunca han tenido. Irán a misa este domingo. A pedirle que Carrillo arda en el infierno. Allí no le faltará fuego para el tabaco.
¿Son acaso mejores los hipócritas que aplaudieron en el hemiciclo como si el finado fuera uno de los suyos? Es raro que muera un político comunista y te alabe el rey y un sindicalista, el PSOE y el PCE, Rosa Díez y Esperanza Aguirre, Llamazares y Centella, Belén Esteban y Alejandro Sanz, Felipe González y Martín Villa, Alfonso Guerra y Adolfo Suárez Jr.? ¿A qué Carrillo saludan? ¿Qué destello del rincón en el ángulo oscuro vienen a iluminar? ¿Qué reflejo del espejo miran para que no les moleste la misma persona? Nunca ha existido “un” Carrillo. Cada cual lo envuelve en la luz que le interesa. Él, mientras, sonríe envuelto en humo. El cigarro no era un bastón: era una cortina. El teatro que llevaba por dentro nunca lo ha contado.
Antes de los 60 nunca lo malditizaron. Luego, Carrillo fue el para siempre el de Paracuellos, el de las sacas, el asesino de Muñoz Seca, el responsable de la Junta de Madrid (el Madrid que resistió, a diferencia de otras capitales de Europa, tres años a los fascistas). Esa imagen de Madrid resistiendo en la antesala de la segunda guerra mundial estaba en los ojos de todos los demócratas del mundo. De Humphrey Bogart y de la madre de Ernesto Che Guevara. De Pablo Neruda y de Lázaro Cárdenas. En esa ciudad estaba Carrillo. En ese momento. Carrillo heroico en celuloide en blanco y negro tan blanco. En el mundo recuerdan a los luchadores antifascistas. En España no. En los documentales sobre Carrillo, el antifascismo no aparece. Tampoco el maquis, salvo para explicar que había infiltrados que debían ser ejecutados.
Luego, el PCE abandonó a los últimos soldados de la República que andaban por los montes y los bosques. Ya estaba Carrillo aplicando lo de la reconciliación nacional. El franquismo sabía que eso era peligroso. Lo de los 25 años de paz tenía que ser un invento en exclusiva del Caudillo. No recordar la guerra, sino celebrar la paz. Carrillo se había convertido en un problema. Hacía falta demonizarlo. Nunca fue responsable de dar la orden de ejecutar a los presos franquistas en Paracuellos. Paul Preston acaba de demostrarlo por enésima vez. Pero la derecha necesita que Carrillo sea el de Paracuellos. Creen que así se nota menos el genocidio que cometió Franco con decenas de miles de gentes honradas culpables únicamente de ser leales con la República. Contra la que se levantaron los fusilados de Paracuellos.
No será fácil determinar si esa medida, tomada en tiempos de una guerra que habían empezado los sediciosos, fue una decisión criminal (muchos de los asesinados estaban en la cárcel por ser responsables de la Quinta Columna que ametrallaba las terrazas de la capital. Las tropas franquistas estaban, además, muy cerca. El gobierno estaba roto por el golpe de Estado. Pero a diferencia de lo que hacía Franco, la República no podía fusilar sin juicio. La República no podía ser como Franco. Aquello no volvió a repetirse). Lo que sí cabe afirmar, de manera más contundente, es que fue una decisión innecesaria y estúpida. Y Carrillo no era estúpido. Pero ese sambenito le acompañó hasta el último día. Si los franquistas dicen que empezaron la guerra porque había muerto una persona –Calvo Sotelo- ¿qué no harían por los 2.500 de Paracuellos? Maldito por toda la eternidad Carrillo. Gritaban así los mismos que hoy le han aplaudido. Qué extrañas escenografías hace la política. Serás cosas del consenso.
Carrillo manejó con mano de hierro su partido. Su partido terminaría expulsándolo. Su comunismo de partido era de libro. De un libro no siempre luminoso. En blanco y negro. Duro, inclemente, de voz enronquecida. Hombre de tiempos oscuros. Nos dejó una democracia que hoy necesitamos criticar. Con una bandera que la mitad del país no siente suya. Con un rey que se fotografía con ladrones, hace negocios con el mundo árabe y sale campechano con su familia en el Hola entre bronca y golpe a su chófer. Con una ley electoral propia de una dictadura y no de una democracia. Con una judicatura franquista. Con las mismas familias del dinero con cada vez más dinero. Con una cultura política nada republicana. Sin un referéndum sobre la Constitución, sin un referéndum sobre la monarquía, sin un referéndum sobre casi nada. “Tienen todo. No les vamos a dejar el Rey también a la derecha”, me dijo una vez que le reproché su defensa de la monarquía. No tenía razón, pero su reflexiones nunca eran en vano. Un maquiavélico príncipe florentino rojo que siempre hacían pensar.
Sus coetáneos dicen que ayudó a traer la democracia. Desde generaciones posteriores, algunos pensamos que ayudó a traer una democracia demediada. Es fácil, dirán desde esa franja de edad, criticar a toro pasado aquellos años. Puede ser verdad. En una ocasión, en un almuerzo en la facultad de ciencias políticas, le dije que hiciera un penúltimo servicio a la democracia que íbamos a heredar y se pusiera al frente de la crítica a la Transición, que reconociera que no hicieron ninguna maravilla sino simplemente lo que pudieron. Lo que les dejaron. Que los vicios de la transición son los vicios de la democracia. Guardó silencio. Otros en la mesa golpearon con los tenedores los platos. Él guardó silencio. Como el silencio de los más de 120.000 republicanos asesinados y enterrados aún en zanjas, cunetas y fosas comunes. Carrillo dijo que con la ley de amnistía quedaban enterrados todos nuestros muertos. No era verdad. Una democracia asentada sobre un genocidio no es luminosa. Es sucia. Por mucho que el olvido quiera limpiar ese lecho. No hay humo en casi un siglo de cigarros para tapar ese agujero.
Hay mucha luz en esos fotogramas a los que aún les falta mucha voz. Carrillo representa la memoria del partido más glorioso en la noche infausta del franquismo. El ángulo lleno de gloria. Y la misma gloria refulge cuando la invasión de los tanques del pacto de Varsovia fue condenada por el PCE pese a ser la URSS anfitriona y soporte de los dirigentes exiliados. Carrillo es la gloria de los asesinados en Atocha y del sindicato que era “el” sindicato igual que “el” partido era el partido, de los estudiantes muertos por la policía, de la ejecución de Grimau, de los cientos de miles de años de cárcel de los militantes comunistas. Carrillo era el honor de los dignos sentado en su asiento en el Congreso de los Diputados mientras volaban las balas de Tejero durante su asonada real. Carrillo era, pese a que mandó retirarla, la bandera republicana y también esa resistencia miliciana que está en el ADN de la verdadera democracia española. Es el rostro de buena parte de lo mejor de nuestra historia reciente. No porque él fuera su actor único, sino porque le puso rostro al relato con su presencia de comunista eterno. No hay “un” Carrillo. Pero ese Carrillo de la dignidad de un pueblo es el más imperecedero. No encaja con el del relato épico de una transición hecha por reyes, políticos inventados en Alemania o franquistas reconvertidos. No todos los Carrillos son compatibles. A cada cual su humo.
Cada quién, en esta tarde que ha ido a reunirse con la tierra, el aire y el agua, va a recordar al Carrillo que más le sirva. Todo un siglo de vida le ayuda a ser como los poemas de Neruda, propiedad de aquél que los necesita. Mal vamos a cohonestar el Carrillo inclemente con el fascismo o con la cobardía con el Carrillo adulado por el PP o el PSOE. Mal cuadra el Carrillo que arengaba a defender Madrid con uñas, armas y balas, el Carrillo que señalaba a la CEDA como la antesala del fascismo con el Carrillo celebrado por Fraga, Martín Villa o Juan Carlos de Borbón. Mal se compadece el Carrillo que sabía que hacer política es jugarse el pellejo con el Carrillo de los pijos que nos gobiernan y que sólo arriesgan el dinero de la ciudadanía. Pero es pronto. Carrillo no se muere, salvo para sus amigos, salvo para sus familiares, de un día para otro. Hay Santiago para rato. Ahora que estamos perdiendo con tanta facilidad la democracia demediada que teníamos.
He visto a Santiago pasearse por los alrededores del Congreso el 25S. Menudo, con ese paso firme y tambaleante, con su gabardina, el ángulo del cigarrillo marcando un espacio imposible en la iglesia de los Jerónimos. Sonriendo pícaro. Juraría que es Carrillo. ¿Qué Carrillo?
En este vídeo, como en tantos otros que se han recogido en los últimos tiempos en España, podemos asistir al indiscriminado abuso de poder e incumplimiento de la obligación de identificarse de los agentes de las UIP. ¿Por qué no se piden explicaciones? ¿Por qué nadie plantea la dimisión de la Delegada del Gobierno por la gran cantidad de excesos cometidos por la policía? ¿Por qué nadie pregunta por qué los uniformes azules destiñen gris del pasado, como si la Transición no hubiera pasado por ellos?
Ahora que lo pienso, a ver si es que la Transición sólo fue eso: un cambio de color del envoltorio de algunos personajes para que todo siguiera igual…
El (todavía) Presidente del Gobierno alaba desde Nueva York a los españoles que no se manifiestan, los que no piensan, los que no critican ni rechistan, los que ni respiran aunque no tengan trabajo mientras el país se hunde … y supongo que también alabará a todos aquellos que cada día se lamentan de tenerlo como presidente. Con dos cojones.
En el día de hoy ha trascendido el vídeo en el que el Diputado por Amaiur Sabino Cuadra recrimina a un policía durante el 25-S por no querer mostrar su placa identificativa:
Este es uno de los numerosos vídeos que han aparecido a lo largo del día de hoy en el que se puede comprobar cómo la actuación de la policía en la noche del 25-S superó lo aceptable en un Estado de Derecho.
Al margen de la utilidad o no de introducir agentes secretos entre los manifestantes, hay que reconocer que esta táctica conlleva a veces tanta dificultad para reconocerlos entre la multitud que acaban recibiendo tantas hostias de sus compañeros como cualquier otro ciudadano…
Tras las cargas efectuadas en la Plaza de Neptuno y la Glorieta de Carlos V, la policía ha continuado persiguiendo no se sabe muy bien a qué o a quién en el interior de la Estación de Atocha ante el estupor de los allí presentes.
Las informaciones que afirman que existían numerosos agentes de policía infiltrados entre los manifestantes durante las movilizaciones del 25-S comienzan a ser confirmadas con vídeos y documentos gráficos.
Se trata de una táctica ya practicada con anterioridad por la policía ante movilizaciones similares, y que consiste en infiltrar agentes de paisano que actúan como espoleta que desata la violencia en el seno de la movilización, sirviendo de excusa para la actuación de la policía uniformada, dando al traste con el objetivo pacífico de la marcha.
En este vídeo podemos comprobarlo en torno al minuto 3, donde vemos individuos encapuchados que colaboran con la policía uniformada a la hora de detener a una persona.
En RTVE podemos ver de momento la situación en directo de la Plaza de Neptuno, donde están teniendo lugar los primeros enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.
De agravarse la situación de violencia, cabe preguntarse: ¿Cuánto tardarán en cortar la retransmisión y sacar a un sucedáneo de Urdaci diciendo que aquí no pasa nada?
En la cultura del miedo, filosofía básica de control del actual sistema social, el prójimo se ve como una amenaza. Nunca como una promesa, nunca como un hermano o como una esperanza. Casi todo se ve como algo que te puede hacer daño, en lugar de verse como algo que te puede salvar. Y así se logra que los individuos se sientan solos y desvinculados de quienes les rodean, incapaces de organizarse para combatir los poderes que les inoculan ese virus del miedo.
¿Me Reconoces? Aquí en este tren durmiente. ¿Y sientes el dolor que crece en la noche, Mary? Y puedo sentir el sabor de tu tercer pastel de cumpleaños. ¿Recuerdas como es el tenerte entre mis brazos, Mary?
Estaban ahí las luces de verano alrededor. Yo estaba ahí, su mano sobre mis rodillas. Y nos vamos a través de estas calles asoleadas. Y nos vamos el día en que falleciste, Mary.
Y vamos rápido ahora juntos a través de los campos, aquí en este tren durmiente, y puedo tocar tu cara, Mary. Las preciosas cosas que hicimos se esconden bajo mi piel. Te dejo dormir por un momento. Te dejo dormir por un momento, Mary.
Estaban ahí, las luces de verano alrededor. Yo estaba ahí, su mano sobre mis rodillas. Y nos vamos, a través de estas calles asoleadas. Y nos vamos El día en que falleciste, Mary.
Si acaso no tuviera el sentimiento tan rendido no podría conmigo esta incierta ansiedad por no saber ni adivino que este querer cuando el mal uso lo ha vencido
si acaso no fuera mi voz lamento enardecido no andarías esquivo con la sinceridad sepas que me empleé en el intento de atender tus sentimientos y tener la fiesta en paz
poco me ha quedado por decirte ahora soy un cuerpo triste despistando su dolor
Si acaso no estuviera la esperanza desechada y escucharas con calma lo que alienta mi ser precipitando deseos no has de saber cómo respira esta mujer
tómate lo que quieras en honor del sortilegio que acunó nuestro encuentro y nos hizo volar quedan el calor de aquellos besos impregnando mis recuerdos con perfume de azahar
poco me ha quedado por decirte ahora soy un cuerpo triste despistando su dolor
Dónde va ese cuerpo triste despistando su dolor vuelve por donde viniste no seas loca por Dios
Donde va ese cuerpo triste despistando su dolor como si no le importara el más hondo desamor
vuelve por donde viniste no seas loca por dios se ha quedado desnutrido tu maltrecho corazón.
A colación del revuelo montado estas semanas por la injusta e interesada supresión del programa de Radio 3 Carne Cruda, aprovecho para colgar una bella entrevista que en dicho programa realizaron a Eduardo Galeano hace poco más de un año. La eliminación de este espacio supone un paso más en ese proceso de cierre de los refugios para librepensadores que en los últimos tiempos se está llevando a cabo sin ningún tipo de camuflaje ni vergüenza.