Hay quienes luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
domingo, 25 de febrero de 2007
Fito y Fitipaldis
Abrazado a la tristeza
Soldadito marinero
Discurso de Saramago
habíamos dejado libres para seguir en su alucinada carrera hacia la guerra.
Se equivocaron. Nosotros, los que hoy nos estamos manifestando, aquí y en
todo el mundo, somos como aquella pequeña mosca que obstinadamente vuelve una
y otra vez a clavar su aguijón en las partes sensibles de la bestia. Somos,
en palabras populares, claras y rotundas para que mejor se entiendan, la
mosca cojonera del poder.
Ellos quieren la guerra, pero nosotros no les vamos a dejar en
paz. A nuestro compromiso, ponderado en las conciencias y proclamado en las
calles, no le harán perder vigencia y autoridad (también nosotros tenemos
autoridad) ni la primera bomba ni la última que vengan a caer sobre Irak.
No sigan los señores y las señoras del poder que nos manifestamos
para salvar la vida y el régimen de Sadam Husein. Mienten con todos los
dientes que tienen en la boca. Nos manifestamos, eso sí, por el derecho y por
la justicia. Nos manifestamos contra la ley de la selva que Estados Unidos y
sus acólitos antiguos y modernos quieren imponer al mundo. Nos manifestamos
por la voluntad de paz de la gente honesta y contra los caprichos belicistas
de políticos a quienes les sobra en ambición lo que les va faltando en
inteligencia y sensibilidad. Nos manifestamos en contra del concubinato de
los Estados con los super-poderes económicos de todo tipo que gobiernan el
mundo. La tierra pertenece a los pueblos que la habitan, no a aquellos que,
con el pretexto de una representación democrática descaradamente pervertida,
al final les explotan, manipulan y engañan. Nos manifestamos para salvar la
democracia en peligro.
Hasta ahora la humanidad ha sido siempre educada para la guerra,
nunca para la paz. Constantemente nos aturden las orejas con la afirmación de
que si queremos la paz mañana no tendremos más remedio que hacer la guerra
hoy. No somos tan ingenuos para creer en una paz eterna y universal, pero si
los seres humanos hemos sido capaces de crear, a lo largo de la historia,
bellezas y maravillas que a todos nos dignifican y engrandecen, entonces es
tiempo de meter mano a la más maravillosa y hermosa de todas las tareas: la
incesante contrucción de la paz. Pero que esa paz sea la paz de la dignidad y
del respeto humano, no la paz de una sumisión y de una humillación que
demasiadas veces vienen disfrazadas bajo la mascarilla de una falsa amistad
protectora.
Ya es hora de que las razones de la fuerza dejen de prevalecer
sobre la fuerza de la razón. Ya es hora de que el espíritu positivo de la
humanidad que somos se dedique, de una vez, a sanar las innúmeras miserias
del mundo. Esa es su vocación y su promesa, no la de pactar con supuestos o
auténticos "ejes del mal".
Amenamente estaban Bush, Blair y Aznar charlando sobre lo divino
y sobre lo deshumano, seguros y tranquilos en su papel de poderosos
hechiceros, expertos en trucos de trilero y conocedores de eméritos de todas
las trampas de la propaganda engañosa y de la falsedad sistemática, cuando
en el despacho oval donde se encontraban reunidos irrumpió la terrible
noticia de que los Estados Unidos de América del Norte habían dejado de ser
la única gran potencia mundial. Antes de que Bush pudiera asestar el primer
puñetazo en la mesa, vuestro presidente José María Aznar se dio prisa en
declarar que esa nueva gran potencia no era España. "Te lo juro, George",
dijo. "Mi Reino Unido tampoco", añadió rápidamente Blair para cortar la
naciente suspicacia de Bush. "Si no eres tú y tú no eres, ¿quién es
entonces?", preguntó Bush. Fue Colin Powell, mal creyendo él mismo en lo que
estaba pronunciando su propia boca, quien dijo "La opinión pública, señor
presidente".
Ya habéis comprendido que esta historieta es un simple invento
mío. Os pido por tanto que no le deis importancia. Pero sí la tiene que lo
que ya es una evidencia para todos, la más exaltadora y feliz evidencia de
estos conturbados tiempos: los hechizeros de Bush, Blair y Aznar, sin
quererlo, sin proponérselo, nada más que por sus malas artes y peores
intenciones, han hecho surgir, espontáneo e incontenible, un gigantesco, un
inmenso movimiento de opinión pública. Un nuevo grito de "No pasarán", con
las palabras "No a la guerra", recorre el mundo.
No hay ninguna exageración en decir que la opinión pública
mundial contra la guerra se ha convertido en una potencia con la cual el
poder tiene que contar. Nos enfrentamos deliberadamente a los que quieren la
guerra, les decimos "NO", y si aún así siguen empecinados en su demencial
afán y desencadenan una vez más los caballos del apocalipsis, entonces les
avisamos desde aquí que esta manifestación no es la última, que
continuaremos las protestas durante todo el tiempo que dure la guerra, e
incluso más allá, porque a partir de hoy ya no se tratará simplemente de
decir "No a la guerra", se tratará de luchar todos los días y en todas las
instancias para que la paz sea una realidad, para que la paz deje de ser
manipulada como un elemento de chantaje emocional y sentimental con que se
pretende justificar guerras.
Sin paz, sin una paz auténtica, justa y respetuosa, no habrá
derechos humanos. Y sin derechos humanos -todos ellos, uno por uno- la
democracia nunca será más que un sarcasmo, una ofensa a la razón, una
tomadura de pelo. Los que estamos aquí somos una parte de la nueva potencia
mundial. Asumimos nuestras responsabilidades. Vamos a luchar con el corazón y
el cerebro, con la voluntad y la ilusión. Sabemos que los seres humanos somos
capaces de lo mejor y de lo peor. Ellos (no necesito ahora decir sus nombres)
han elegido lo peor. Nosotros hemos elegido lo mejor".
Hasta Ahora Todo Va Bien
Cada día podemos decirnos a nosotros mismos:
sábado, 24 de febrero de 2007
El Poder
El Miedo Global
Pobreza e Injusticia
Buenos Días, Clase Media
miércoles, 21 de febrero de 2007
martes, 20 de febrero de 2007
Mi Caaasa
Luís Pastor y Bebe
miércoles, 7 de febrero de 2007
Déjeuner du Matin
lunes, 5 de febrero de 2007
Miedo
a no encontrar el lado frío de la almohada...
Cuánto aguanta un corazón sin saberse querido,
sin una raíz y un final, sin el latido de creer en algo,
abandonado en la distancia de unos sentimientos no correspondidos,
sin algo que te enseñe a no perder la fe...
Ensayo Sobre La Lucidez
En este momento en que viene a visitarme la lucidez, veo las cosas claras, los horizontes luminosos, los océanos cristalinos, y a las personas sin sus máscaras.
Lo cual nos demuestra nuevamente que la realidad no es sino lo que nosotros mismos, nuestra estructura mental, queremos o podemos ver de ella. Por eso, mientras no somos capaces de comprender una cosa preferimos no verla, y no le damos nombre. Porque lo que no está en el lenguaje no está en la razón, y lo que no está en la razón no existe.
Ya lo decían los sofistas, más tarde los Románticos, y así todos aquellos que se han parado a pensar, libres de prejuicios, acerca de lo que reciben de un mundo en movimiento constante y que a menudo no entendemos.
Y lo malo de la lucidez es que, efectivamente, tiene un lado malo. Y es que gracias a ese estado (de ánimo, de tensión, llámese como se quiera) de lucidez, vemos cosas que en otra situación no somos capaces de ver, las cuales pueden ser buenas o malas.
Quizá sea por esto que lo que llamamos lucidez se convierte a la vez en un preciado bien y en un odiado padecer de la naturaleza humana. Es como una droga, que según la dosis suministrada, te puede encumbrar a lo más alto, o te puede hundir en lo más profundo del cosmos sin necesidad de que haya un lago en el que ahogarte.
Por eso vemos personas que han logrado alcanzar altos grados de lucidez que, casualmente, se han suicidado o los han asesinado. Del mismo modo, vemos personas que han vivido y viven toda su vida en una especie de aletargamiento vestido de miedo, como método de autodefensa de esa temida lucidez y, de tal modo prolongar una vida tranquila, no muy profunda, pero sí tranquila. Lo que ya vemos menos son personas en las que se den ambos factores; que tengamos noticias de un cierto grado de lucidez continuado y que hayan logrado sobrevivir a una vida plagada de alegrías, sí, pero también de profundas aflicciones.
Decía aquel: “Entre miedos, culpas y mitos se mueve mi barco en un mar agitado por sinsabores”.
Quizá lo que corresponda sea aceptar que todos somos una especie de marineros, que navegan por una vida que no es sino un mar enrabietado en un día de tormenta, donde podemos encontrar los mejores atunes, pero también peligrosos tiburones.
Así que allá cada cual a la hora de decidir si quiere o debe hacer frente a la lucidez y aceptarla como una parte de su naturaleza, o prefiere obviarla y tratar de huir de ella. Lo malo de esto último es que pretenden ocultar que la lucidez, como cualquier mito, por mucho que se esconda o se pretenda dar por muerto, se encuentra al acecho para sorprendernos en cualquier momento de crisis, en la peor de las gélidas noches de invierno.
Porque, como producto de la misma mente humana, la lucidez es caprichosa a la vez que traicionera, por lo que no podemos esperar alcanzarla cuando queramos, sino que sólo podemos esperar que no nos pille de sorpresa cuando venga a visitarnos, para así ser capaces de oírla llegar y recibirla como se merece, como al más frío de los monstruos fríos.
domingo, 4 de febrero de 2007
Hasta la Próxima Manifestación
- Las 2 Españas siguen existiendo.
- La política española está enferma. Sufre de un síndrome que la convierte en una continua guerra de cifras y lemas, en lugar de ser lugar para discusión argumentada de ideas y planteamientos diferentes.
La manifestación celebrada el sábado por la tarde en Madrid puso de manifiesto algo que no pocos politólogos y sociólogos afirman: el enfrentamiento entre las dos Españas sigue vivo, y no parece que vaya a desaparecer a corto plazo. Unos dirán que es culpa del PP, que con la política de crispación que ejerce diariamente, lo único que se puede conseguir es que cale en la sociedad (sobretodo en la parte que comprende el electorado votante del PP) un sentimiento de ansiedad y de radical repulsa contra el otro bando político. Otros, sin embargo, afirmarán que el causante de todo esto no es otro que Zapatero, que con cada paso que da está destrozando esa gran nación, una, grande y libre, que siempre ha sido y será España.
No parece fácil encontrar un modo por el que solucionar este asunto. Más aun, cada día que pasa parece avanzar un paso hacia peor. Y no creo que sea culpa de unos o de otros, seguramente será culpa de las 2 partes. Pero lo que sí está claro es que la forma de hacer política hoy en día en nuestro país, no ayuda a cambiar la situación. Cada día avanzamos más hacia un modelo en el que lo único que importa en el escaparate político son los lemas, las cifras y las palabras vacías. Ya no se discute de cosas concretas, relevantes, en las que haya que calentarse la cabeza para lograr expresar las ideas de cada uno.
Nos refugiamos en esa batalla dialéctica de patio de colegio, simbolizada por las infantiles intervenciones de Rajoy y Zapatero, entre otros líderes políticos. Y lo malo es que nos refugiamos en los líderes políticos para decir que la culpa de la mala política que se hace aquí y ahora es suya y solo suya. Pues no, mire, si estos dirigentes hacen el estilo de política que están haciendo es porque su electorado y el resto de la sociedad se lo permiten. Tras la manifestación de ayer, la cual dio lugar a un nuevo juego de cifras para ver quién la tiene más grande, hubiese sido (y es) una buena ocasión para llevar a cabo una movilización para reclamar información veraz y fin de la demagogia, tanto en la puerta de la Comunidad de Madrid (la cual cifró la asistencia a la manifestación en 1,5 millones de personas), como en la Delegación del Gobierno (181.210 manifestantes). Basta ya de este juego de cifras.
Por otro lado, la crispación no hace sino enloquecer a las masas, como vimos ayer claramente. Señores del PP, señores del Foro de Ermua, señores de la AVT, ¿qué pintan las banderas de España en su manifestación? (no digamos las banderas franquistas, falangistas y demás) ¿Acaso se proponen hacernos creer que los únicos españoles son ustedes? No es que yo me crea un nacionalista español y reivindique mi derecho a un trocito de patria, pero lo que sí creo es que no tiene nada que ver el supuesto objetivo de la manifestación (“No a la negociación con ETA”) con la puesta en desfile de tanto símbolo de los que se hacen llamar representantes de la “verdadera España”. Si ustedes lo que quieren es sacar a la calle sus viejos modelitos, háganlo, pero cambien el lema y pongan uno de acuerdo con lo que en verdad quieren.
¿Qué queda hoy de “Vientos del pueblo”, aquel poema de Miguel Hernández? Poco, ciertamente poco, si sólo miramos lo que sale en la televisión o escuchamos por la radio. Pero yo me esfuerzo en creer que hay algo más allá que eso que vemos, y que sí que podemos llevarnos bien. Porque quiero creer que es mucho más lo que nos une que los que nos quieren separar, sólo es cuestión de pensar un poco... hasta la próxima manifestación.
El Siglo de la Gente
Contra la Hipocresía de la Antipiratería
sábado, 3 de febrero de 2007
Otro Mundo es Posible
Los movimientos sociales antisistémicos hacen su primera aparición histórica en 1848 y lo hacen como resultado de una triple adición de sumandos:
1- Influencia de la Revolución Francesa
2- Movimientos nacionalistas que dan lugar a unificaciones como las de Italia y Alemania
3- La primera revolución obrera
Ciñéndonos a la experiencia histórica, podemos observar cómo los movimientos sociales clásicos se han manifestado de dos formas diferentes: bien con aspiraciones nacionalistas, bien en forma de movimiento obrero. Centrándonos en los movimientos de carácter obrero, la aparición de estos movimientos sociales antisistémicos en 1848 puso de relieve la necesidad de contar con una organización adecuada para conseguir los objetivos a los que aspiraban. Ello dio lugar a intensos debates acerca de la forma de acción apropiada, los cuales salieron a la luz de manera rotunda en la I Internacional en forma de discusión entre anarquistas y comunistas, elección entre partido o sindicato y la configuración de una táctica con respecto al poder. Estos debates y discusiones abarcarían todo el ultimo cuarto de siglo XIX y primeros años del siglo XX.
De todo ello, surgiría un escisión entre socialdemócratas (socialismo revisionista) y comunistas (socialismo no revisionista), es decir, entre aquellos que abogaban por llevar la lucha por el poder dentro del sistema parlamentario (sólo apto en aquellos países donde éste se encontraba establecido) y los que defendían la revolución como forma de hacerse con el poder.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX se podía ver cómo los movimientos sociales antisistémicos orientaban sus protestas en torno a dos frentes:
- Por un lado se oponían a un sistema político configurado en términos centro – periferia, en el cual los países occidentales más ricos constituían un centro del sistema mundo que colonizaba y / o explotaba a los países más pobres, situados en la periferia.
- En segundo lugar luchaban contra un sistema económico, el capitalismo, que basaba su funcionamiento en la explotación que el capital ejercía sobre el proletariado o trabajo.
Tras la II Guerra Mundial, en prácticamente todo el mundo se podía ya hablar de triunfo de los movimientos antisistémicos, pues bien en su forma socialdemócrata (en el centro del sistema mundo capitalista), bien en su forma comunista (en la periferia) se encontraban en el poder.
Sin embargo, en 1968 tuvo lugar una gran revolución social. En ella, dos notas sobresalían entre todo el estruendo revolucionario: los revolucionarios aunaban una oposición a la bipolaridad representada por Estados Unidos y la URSS, y una crítica y una condena a los movimientos antisistémicos clásicos, también denominados a partir de entonces vieja izquierda. Ello se encontraba fundado en un enorme sentimiento de decepción, pues aunque los movimientos sociales antisistémicos habían conseguido acceder al poder y gracias a ello habían realizado algunas reformas, no habían conseguido cambiar el sistema contra el que tanto habían luchado, se habían convertido en parte del sistema, parte del problema, al no haber conseguido realizar un cambio suficiente.
A partir de entonces, tuvo lugar un replanteamiento y múltiples debates en el seno de los movimientos sociales fruto de la percepción de que la izquierda clásica no había conseguido solucionar los problemas. Se había demostrado que la conquista del poder político a nivel estatal no permitía cambiar el sistema y por lo tanto había que plantear un nuevo método. La escala de la experiencia (aquella en la que viven el día a día los individuos de una sociedad) y la nacionalista – ideológica (la del Estado) se habían quedado pequeñas. Comenzaba una etapa de transición en los movimientos sociales antisistémicos, durante la cual pudimos asistir al nacimiento de nuevos movimientos sociales como el maoísmo, los verdes y ecologistas, el surgimiento de ONGs y organizaciones defensoras de Derechos Humanos y, por último, los movimientos antiglobalización. Cabe resaltar que todos estos movimientos todavía no han alcanzado el grado de relevancia que en su día ostentaron los movimientos antisistémicos clásicos.
En esta etapa de transición, en la cual todavía hoy nos encontramos, podríamos decir que en la última década estamos asistiendo a una aceleración de dicho proceso de evolución, que se ha simbolizado en conflictos que aúnan un espíritu de liberación nacional con un ansia de lucha contra la globalización, como fueron por un lado la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Levantamiento en Chiapas en 1994 (en los que ya se habla de sociedad civil mexicana e internacional como algo que existe al margen de los Estados) y, por otro lado, las revueltas acaecidas con motivo de la celebración de una cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle en 1999, que obligaron a la suspensión del mencionado encuentro. En dichas revueltas se encontraban sindicalistas, obreros, ecologistas y personas pertenecientes a multitud de movimientos de izquierda que luchaban juntos por una causa común.
¿Qué podríamos decir que es lo nuevo que plantean estos hechos? En mi opinión la principal nota a destacar es el facto de que por primera vez los movimientos antisistémicos comenzaron a utilizar el proceso de globalización (hasta entonces monopolizado) en su provecho, y lo utilizaron para luchar contra aquellos que eran y son los principales impulsores del mismo; comenzaron a hablar de sociedad civil mundial, de manifestaciones a nivel supranacional, de movimientos globales, etc. Se empezaba a actuar en la escala de la realidad, es decir, aquella que abarca todos los territorios que forman el planeta.
Por todo ello podríamos decir que, frente a un proceso de globalización hegemónica de corte neoliberal e imperialista, se está configurando un movimiento global que aglutina a muchísimos movimientos de izquierda (sobretodo de la nueva izquierda, pero también de la vieja izquierda) en lucha contra un enemigo común.
Este nuevo frente de batalla podemos verlo simbolizado en el hecho de que frente a un Foro Económico Mundial que se celebra periódicamente en Davos (centro del sistema-mundo capitalista), se viene celebrando desde principios del siglo XXI y cada vez con mayor importancia y creciente afluencia un Foro Social Mundial con sede en países de la periferia del sistema-mundo (las primeras ediciones tuvieron lugar en Porto Alegre, la última hace apenas 2 semanas en Nairobi). Este Foro Social Mundial sirve de aglutinador de movimientos culturales, escritores, artistas, políticos y delegados de organizaciones, todos ellos críticos con el sistema neoliberal y con el proceso de globalización liderado por Estados Unidos.
Si entendemos la globalización (hegemónica) como un proceso de transnacionalización de los flujos sociales impulsado políticamente, requerido económicamente y posibilitado tecnológicamente en un momento de hegemonía norteamericana (representado en el Foro Económico Mundial de Davos), el Foro Social Mundial pretende reunir a personas, organizaciones y movimientos sociales dispuestos a impulsar una globalización contra-hegemónica. Reúne por tanto a movimientos sociales en base a un objetivo común: la lucha contra los males sociales derivados del neoliberalismo en su máxima expresión: la globalizada. Todo ello bajo un halo de respeto entre los diferentes movimientos sociales que participan en el Foro Social Mundial.
Por otra parte, el Foro Social Mundial ha recibido algunas críticas procedentes de movimientos de la vieja izquierda que le recriminan el hecho de no contar con un programa concreto de actuación en los próximos años. Sin embargo, muchos son los que opinan que la elaboración de dicho programa supondría un riesgo capaz de dividir y de dar al traste con la unidad y la armonía que impera actualmente en el Foro Social Mundial.
Pese a ello y sin embargo, este dilema nos sirve para darnos cuenta de que la historia no ha terminado. Nos pone de relieve que nos encontramos en un proceso del cual nadie sabe cuál va a ser el resultado final. Por ello tal vez nos encontramos precisamente en el momento histórico en que se da un mayor debate en todos los ámbitos, como nunca nadie lo había vivido, pues se trata de un debate que ya no se limita a un marco local, regional o nacional, sino que aspira a cambiar un sistema entero en base a la certeza de que Otro mundo es posible.